PAREMIOLOCOGI@

Bolivia: Una democracia degradada

Bolivia: Una democracia degradada

Zorro Yáñez Cortes.- Circula el informe “La Calidad de la democracia en Bolivia 2012. Percepción y Evaluación de sus actores” preparado por la Asociación Boliviana de Ciencia Política, con auspicio de la Fundación Konrad Adenauer (http://bit.ly/Hdfpr3).
Midió percepciones sobre la calidad del Estado de Derecho; rendición de cuentas electoral e interinstitucional; participación y competencia política; libertad, igualdad y capacidad de respuesta estatal. Sus resultados no son de buen augurio, por lo que a continuación intento transmitirles algunos de los más importantes a mi juicio, siendo “1” la más baja calificación y “10” la máxima.
En la dimensión Estado de derecho, la calificación es 3,56 resultante de las malas evaluaciones de estos factores: elevados índices de inseguridad ciudadana, falta de respeto a la ley por los actores políticos y sociales, lo que determina el debilitamiento de la seguridad jurídica, el pobre desempeño de la administración de justicia y que la policía boliviana sea vista como una de las instituciones que más agrede los DDHH.
En la dimensión libertad si bien se logró una calificación algo mejor (5,4) muestra debilidades alarmantes en los factores de respeto a las garantías constitucionales identificándose que las garantías fundamentales de presunción de inocencia y derecho al debido proceso están en retroceso, y en el factor de estado de los derechos humanos se identifica que la judicialización de la política, la vulneración de los derechos ciudadanos y políticos de autoridades electas de oposición, así como la actuación de una red de extorsión en el seno del Ejecutivo, desnudan la fragilidad de los derechos ciudadanos frente a los abusos del poder estatal. La mayoría de los entrevistados coincide en que el estado de los DDHH en Bolivia está deteriorado ya que el Estado no los protege ni promueve adecuadamente y, más bien, las violaciones permanentes de los DDHH por el Gobierno configuran un escenario sombrío.
En la dimensión igualdad (5,15) los entrevistados asignaron bajas notas a la promoción estatal de la igualdad económica y algo más favorables a las oportunidades de acceso a la salud y educación, siendo preocupante la respuesta sobre la discriminación más importante vigente en Bolivia: la mayoría respondió que es la discriminación por preferencia política (33,7%) vinculada a la devaluación del pluralismo político y la capacidad de debate y disenso democrático en la sociedad, ya que las actuales circunstancias políticas determinaron la aparición de “polarizaciones” cuya característica más notable, alentada por la propaganda y el discurso oficial, es la separación entre “amigos” (militantes del proceso de cambio, socialistas, revolucionarios, movimientos sociales, etc.) y “enemigos” (opositores al proceso de cambio, derechistas, neoliberales, etc.). Se identifica que el problema es que la adscripción política se ha convertido en un factor esencial para conseguir un empleo o para disfrutar de la garantía de los derechos fundamentales. La mayoría de los entrevistados sostiene que esa situación afecta notablemente la calidad de la democracia y determina la profundización de una cultura política autoritaria.
Con esos resultados y otros que por espacio no caben, se concluye que globalmente la democracia boliviana es de baja calidad, pues la mayoría de las instituciones democráticas no funcionan para las tareas que fueron diseñadas, dejando en indefensión a los ciudadanos frente a un poder político creciente y escasamente inclinado a resolver los problemas por la vía democrática: una democracia degradada. Es que como dijo Agustín LAJE, para sobrevivir a su propia lógica interna, la democracia precisa de límites al poder y garantías de libertad para los ciudadanos. Aquí entra en escena el componente republicano del cual precisa toda democracia moderna para no autodestruirse. Los límites al poder político, que resultan de una fragmentación de poderes en permanente control recíproco, evitan que de la democracia surja sin más, el totalitarismo o autoritarismo de un poder autocrático.