TORMENTA MUDA
Precios y destino del gas húmedo
Precios y destino del gas húmedo
Juan José Anaya Giorgis.- La cuestión sobre el precio justo establecido para las exportaciones gasíferas del país ha sido muy debatida en la política nacional, siquiera desde las vísperas a la inauguración del negocio con Argentina, dos años antes de la muerte del presidente y general René Barrientos, en 1969.
El debate cobró mayor vigor cuando los presidentes Itamar Franco (Brasil) y Jaime Paz firmaron un contrato de compra venta de gas en febrero de 1993, pero también las galimatías interpretativas sobre los parámetros técnicos y político-económicos para fijar precios; de pronto se hablaba de precios en BTU ($us 0,90 por millón de BTU en dicho contrato), gas enriquecido, y fórmulas de cálculo. Aquí apuntamos a esclarecer la terminología técnica en aras de abonar al debate apropiado.
Históricamente, los especialistas de YPFB encargados de negociar los precios del gas exportado hacia Argentina sostuvieron, como argumento principal, que los precios del gas debían ser al menos iguales al de otros derivados del petróleo medidos en BTU. Un BTU es la cantidad de calor necesaria para elevar la temperatura de 1 libra de agua (0,454 kg) líquida por 1º F (0,56 º C), a una presión y atmósfera constantes; por convención se dice que un BTU equivale al calor producido por una cerilla de madera en combustión. Cada pie cúbico de gas metano en estado puro genera 973.6 BTU (denominado “gas seco” en el mercado); los hidrocarburos que fluyen asociados al gas metano en los campos bolivianos, elevan el poder calórico promedio a 1.059 BTU por pie cúbico.
La fórmula desarrollada en 1972 tomó en cuenta los precios del fuel oil en tres mercados: Rotterdam, Amsterdam y el Mediterráneo. El precio pico llegó a $us 4,28 por MPC en 1983, a partir de ahí, los precios ingresaron en una curva descendente por causa de la caída general de los hidrocarburos en el mercado internacional.
Hacia 1996, se firmó un nuevo contrato con un precio inicial de 0,95 centavos de dólar por millón de BTU, y su fórmula de ajuste automático, se indexó a otra canasta de combustibles fósiles mejor apreciada en el mercado internacional. Sin embargo, dicho precio sólo reconocía como máximo 1.034 BTU por pie cúbico a efectos de pago. Como resarcimiento por la diferencia entre los BTU reales y los contables, Petrobras adquirió el compromiso de instalar 24 plantas termoeléctricas en suelo boliviano; el compromiso, por supuesto nunca se cumplió, y a pesar de ser contractual, ya no es posible exigirlo, a raíz de la migración de contratos dictaminada por el DS 28701 “Héroes del Chaco”, promulgado en mayo de 2006.
A partir de 2007, Carlos Villegas, Presidente de YPFB, logró sacarle a Petrobras una modesta cuota de 100 millones de dólares anuales por los remanentes húmedos del gas, medidos en BTU. No obstante, el nacionalista Wilfredo Ramírez indicó en un artículo reciente (El Diario, 12/10/2013), que Bolivia dejó de percibir los 100 millones, desde la inauguración de la planta separadora de líquidos en Río Grande, con capacidad para procesar sólo el 19 por ciento del gas exportado. Si las afirmaciones de Ramírez son correctas, Bolivia ganaba 30 por ciento más con la cuota, por supuesto, esto no toma en cuenta los efectos económicos multiplicadores de la industrialización embrionaria.
Tomando en cuenta los efectos económicos multiplicadores, probablemente, Bolivia hubiese ganado, mucho más aún, exigiendo la instalación de las 24 plantas, con la ventaja de que dichas plantas ya estaban acordadas por contrato y no se necesitaba negociar nada, sólo exigir.
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