EDITORIAL

Cuba y Venezuela en direcciones opuestas

Cuba y Venezuela en direcciones opuestas

El surgimiento en el régimen cubano de una visión autocrítica sobre su propia historia y las causas de sus males, explica el cambio de rumbo

Una serie de noticias que durante los últimos días han llegado de Cuba y Venezuela, han dejado la impresión de que ambos países han intensificado el ritmo al que avanzan por el mismo camino. Que así sea puede no parecer novedoso, puesto que desde que hace ya 14 años Hugo Chávez inauguró la marcha hacia el “Socialismo del Siglo XXI”, se daba por supuesto que lo haría siguiendo los pasos cubanos.
Hay sin embargo una notable diferencia entre ir por el mismo camino en la misma dirección y hacerlo en sentidos diametralmente opuestos. Y eso es lo que están haciendo los herederos de Fidel Castro y Hugo Chávez, a juzgar por las más recientes medidas económicas del régimen castrista, encaminadas todas ellas a acelerar la marcha para salir del fallido modelo socialista construido desde 1959, que contrastan con la obcecación con que el Gobierno venezolano se empeña en dar la espalda a la realidad para acelerar el paso pero hacia el mismo modelo cubano que, según palabras de Fidel Castro, “no funciona ni en Cuba”.
Un buen ejemplo del rumbo que ha decidido tomar Cuba es la más reciente de las reformas económicas dispuestas por el Partido Comunista Cubano (PCC), que elimina el paralelismo entre las dos monedas que circulaban (los pesos para uso interno y los convertibles en divisas), para facilitar los negocios entre La Habana y el comercio exterior; permitiéndoles abrirse a las empresas extranjeras y al turismo, y hacerlo poniendo en manos del mercado libre y no del Gobierno las transacciones de divisas.
Mientras eso ocurre en La Habana, en Caracas el Gobierno venezolano se empecina en hacer cada vez más férreo el control sobre la venta de divisas, lo que, como por fin han entendido los economistas del PCC, no sirve para nada más que para asfixiar la actividad productiva y comercial. Ejemplos similares en el campo económico se pueden citar en abundancia, pues ya nadie tiene dudas sobre la decisión cubana de avanzar, aunque aún muy lenta y tímidamente, hacia el restablecimiento del sector privado de la economía, mientras se procede al desmontaje del ineficiente e improductivo sector estatal, así como es inocultable el esmero con que los burócratas venezolanos se dan a la tarea de hacer exactamente lo contrario.
Algo similar se puede observar en el plano político e ideológico. Aunque, también, con excesiva lentitud y timidez, lo cierto es que Cuba avanza hacia una ampliación de las libertades ciudadanas. Y si bien está todavía muy lejos de los parámetros vigentes en países democráticos, en la isla se van abriendo más espacios para la opinión crítica y la divergencia. Exactamente lo contrario de lo que ocurre en Venezuela.
El surgimiento en el régimen cubano de una visión autocrítica sobre su propia historia y las causas verdaderas de sus males, dejando a un lado el desacreditado victimismo que durante más de medio siglo se empecinó en atribuir cada uno de sus fracasos a una confabulación imperialista, mientras en Venezuela se hace todo lo contrario, es probablemente la más notable de las paradojas, la que mejor explica la actitud de dos países que por el mismo camino van en direcciones opuestas.