BUSCANDO LA VERDAD
Sin manos, sin pies, sin límites…
Sin manos, sin pies, sin límites…
Gary A. Rodríguez.- Así decía la invitación a la conferencia de Nicholas James Vujicic y agradezco a Dios el haber asistido pues su testimonio marcó mi vida. Concluida la conferencia para autoridades públicas y líderes de la sociedad civil, el cuestionamiento general era si con todo lo que Dios nos había dado habíamos hecho lo suficiente. Ciertamente, no.
“Nick” nació en Australia con el síndrome de “Tetra-Amelia”: sin brazos y sin pies. Se suponía que no iba a vivir mucho, pero tiene 30 años; que no iba a caminar, pero ¡hasta salta!; que no iba a poder abrazar, pero abraza con su cuerpo y con su voz; y no solo que se vale por sí solo para hacerlo casi todo sino que, le aseguro, hace más que Ud. y yo juntos: corre, juega fútbol, golf, nada, practica el surf y el ¡paracaidismo! No tenía ninguna posibilidad de trascender; sin embargo, su determinación y su fe le llevaron al éxito (véalo en Youtube.com).
Pese a sus severas limitaciones, Nick fue al colegio, estudió dos carreras en la Universidad, escribió dos Best Sellers, hizo una película y hoy es un conferencista internacional, un motivador –no solo de palabra sino de testimonio– habiendo visitado ya más de 50 países sembrando amor, esperanza y mucho optimismo.
Pero, nada fue fácil para él. Muchas veces se deprimió y desde muy niño lloró a Dios preguntándole: ¿por qué nací así? Fue objeto de bulling en la escuela y no se suicidó solo para no hacer sufrir a sus padres que, siendo cristianos, siempre le cuidaron y le dijeron que sería un triunfador (¿hacemos esto con nuestros hijos?).
Aceptando a Jesús como su Salvador y Señor, emprendió el desafío de vivir el plan divino que Dios tenía para él: motivar a otros a superar límites, por ejemplo, el miedo que paraliza; el rechazo que baja la autoestima; la depresión que mata; el sufrimiento que enferma, e impide cumplir el plan de vida que todos tenemos.
Para Nick, que preside la Fundación Vida sin Extremidades, ni el dinero ni la fama son lo más importante sino Dios y la familia. Habiéndose casado con una hermosa mujer, puso a prueba su fe: estando su esposa embarazada, por cinco veces les preguntaron –dados los antecedentes– si no querían abortar. Dijeron que no: “La vida la da Dios y solo Él la puede quitar”. Hoy tienen un bello bebé, normal y sano.
Ver a Nick no solo fue inspirador, sino que también sirvió para confirmar la Palabra que Dios me dio para Bolivia (2 Crónicas 7:14) y que, cumplida a cabalidad, hará realidad el sueño de heredar un mejor país para nuestros hijos.
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