EDITORIAL

Hacia un nuevo fin de ciclo

Hacia un nuevo fin de ciclo

Dadas las tendencias actuales, tendrá que elegir entre una transición democrática y ordenada, o sentar las bases de una crisis como la que sufrió años atrás

Los resultados de las elecciones legislativas de medio término realizadas en Argentina el pasado domingo reconfirmaron que el Frente para la Victoria (FPV) que lidera la mandataria Cristina Fernández de Kirchner ha sufrido una radical merma de su caudal electoral; de un 54 por ciento obtenido en las elecciones generales de hace dos años, a un poco más del 31 por ciento registrado el domingo.
Con estos resultados, la gran mayoría de los analistas argentinos –incluyendo algunos alineados con el “kirchnerismo”– sostienen que se cierran todas las posibilidades dentro del marco democrático para que la actual mandataria pueda buscar su “re reelección” en la que estaba empeñada, por un lado, y, por el otro, que pese a todos los esfuerzos que puedan hacer ella y sus seguidores no podrán prolongar, mediante otros candidatos, la era que comenzó cuando su esposo, Néstor, obtuvo en 2002 la victoria electoral inaugurando un ciclo que, al parecer, va llegando a su fin.
Sin embargo, que el ciclo kirchnerista llegue a su fin sólo es posible por la división del peronismo argentino. El gran vencedor de las elecciones del domingo –y probablemente candidato a la Presidencia en 2015– proviene de las entrañas del justicialismo y del kirchnerismo, pero que auscultado un generalizado rechazo a la re reelección de Fernández decidió conformar su propia corriente –el Frente Renovador (FR)– bajo los métodos más puros de esa importante y profunda ideología política que es el peronismo.
Por tanto, lo más probable es que el peronismo se mantenga en el poder cambiando su faz ideológica por posiciones más socialdemócratas, cuando no liberales, salvo acciones desesperadas que la mandataria, en alianza con los grupos más radicales de la política argentina, de dentro y fuera del peronismo, clara, aunque no explícitamente, alineada con el socialismo del Siglo XXI (y que es acusada de ser una de las principales razones de su derrota electoral), conduzcan a la Argentina bajo la teoría del desastre.
Además del peronismo, los resultados de los comicios muestran el resurgimiento de algunos líderes de la Unión Cívica Radical (UCR), del socialismo y de expresiones de centro derecha que tendrán más presencia congresal y peso en la conformación de alianzas que les permitan terciar en las futuras elecciones.
Por lo señalado, en Argentina se abre un periodo de alta tensión y conflictividad, con un gobierno que hace aguas, una mandataria que acaba de sufrir un serio problema de salud y se encuentra en reposo absoluto, un vicepresidente deslegitimado por acusaciones de corrupción y varios frentes opositores.
Así habrá un tenso interregno hasta que la presidenta Cristina Fernández retome el mando de la nación. Sólo entonces se podrá conocer el destino inmediato del país vecino: un gobierno y una presidenta que aceptan los resultados y organizan una transición democrática y ordenada, evitando que se reproduzca la crisis que asoló a Argentina a principios de siglo y de la que a duras penas se rehízo. O el segundo, que más bien asuma la posición caudillista del después del diluvio.