OBSERVATORIO

Entre la dictadura y la democracia

Entre la dictadura y la democracia

Demetrio Reynolds.- La vigencia de la democracia por algo más de tres décadas ha promovido una serie de comentarios, pero el que se relaciona con un grupo “etáreo” cobra particular importancia. Treinta años es una estación especial de la vida: ni muy viejo ni muy joven, “sino todo lo contrario”. Indagar un poco sobre la realidad que le circunda, de por sí genera expectativa y curiosidad.
Los datos conocidos se refieren a la población urbana de las capitales de departamento y de las ciudades intermedias. Una mayoría, si no es parte de la burocracia privada o estatal, trabaja por cuenta propia. Cuando no es militante de un partido, observa con indiferencia el turbión ajeno que cruza por la vereda del frente; pero es también el “soberano” que aplazó en las urnas a los jueces plurinacionales. Tal vez por eso se descarga sobre el ámbito urbano la aparatosa propaganda oficialista.
A diferencia de la anterior generación, la que se tiene en la mira vive un tiempo relativamente tranquilo y burocrático. Por eso no percibe el contraste entre una dictadura y la democracia. Las referencias históricas tienen la inevitable impronta del pasado, sin la vivencia ni testimonio personal. En los años 60 y 70 había incitaciones perentorias para la rebelión. Ahora vuelan otras moscas. Los problemas de la democracia no motivan mayor preocupación.
En lo personal esos 30 años son definitorios, y lo son también de cierta forma para las instituciones; cuando menos significan un hito de referencia. Bajo ese aspecto, la democracia en Bolivia acusa muchas falencias y es objeto de manipulaciones. En un contexto más amplio, hay democracias diferentes; unas que lo son de verdad y otras una parodia de ella. ¿En cuál se ubicará Bolivia?
En la perspectiva de la próxima elección, la alternancia en el poder es uno de los elementos cruciales de la democracia, así como el prorroguismo su deslegitimación. Por ser más conocido, se menciona a Chile como paradigma ejemplar. Al cerrar su gestión exitosa, a la presidenta Bachelet no le tentó la ambición de aferrarse al poder; y ahora se perfila de nuevo como ganadora, pero sin violentar las normas de la democracia. Igual que Chile, hay un grupo de países que respetan las reglas de la democracia, en contraste con otros cuyos caudillos la utilizan para perpetuarse.
Los jóvenes de los “30” deberían considerar esas experiencias para que sus decisiones sean coherentes. El 2014 se dirimirá en las urnas el destino del país, entre la dictadura y la democracia.