EDITORIAL

Peligrosa vocación aislacionista

Peligrosa vocación aislacionista

La falta de atención a las demandas para el buen uso de este corredor puede provocar el surgimiento de rutas alternativas

Un reportaje de Valor, de Brasil, sobre una expedición conformada por empresarios, transportistas y especialistas de cuatro países (Brasil, Bolivia, Chile y Paraguay) que recorrió la carretera bioceánica que une Brasil con Chile atravesando el territorio boliviano por la ruta Puerto Suárez-Santa Cruz- Cochabamba-Patacamaya-Arica, presenta una radiografía sobre las características que exhibe el país en este campo.
No se trata de cosas nuevas. Más bien, son problemas que, se presumía, serían superados conforme se intensifique el transporte: falta de surtidores que ofrezcan diesel, poco alojamiento adecuado, falta de señalización y de seguridad y deficiencias aduaneras. Además, han surgido nuevos obstáculos –que no están consignados en el reportaje con claridad– como la resistencia de los gremios del transporte terrestre bolivianos que obstaculizan una fluida relación con los camioneros que salen de Brasil y Chile.
Se trata de problemas que podrían ser solucionados sin mayor conflicto, siempre y cuando prevaleciera una vocación integradora del trabajo. Lamentablemente, sigue dominando una mentalidad aislacionista y victimista que ve en cualquier trato con extranjeros la oportunidad para que seamos engañados y aprovechados. Esta mentalidad impide comprender que una región integrada ofrece más ventajas que problemas al país, precisamente por las grandes carencias que se tiene. En el caso concreto del trasporte, bien gestionadas y aprovechadas las vías de comunicación, se abren espacios de trabajo que pueden absorber a miles de ciudadanos en diversas actividades: servicios de combustible y mecánicos, hotelería, comercio de productos agropecuarios, turismo, etc., no sólo de la región oriental del país, sino también de la occidental, comenzando por la exportación de sal a Brasil.
De hecho, desde la apertura de la carretera Puerto Suárez-Santa Cruz, y pese a lo anotado, se puede observar que hay lentos avances sobre todo en hotelería y turismo, avance que, lamentablemente no se puede observar en la zona occidental del país, lo que muestra, desde otro enfoque, la incapacidad que se tiene de realizar emprendimientos integrales. Pareciera que inaugurada una ruta –y corresponde reconocer a esta larga gestión gubernamental haber dado un impulso decisivo a la construcción de carreteras—se considera que ha terminado el trabajo cuando, en verdad, es cuando recién está comenzando.
Otro rubro que exige especial atención es el de la seguridad, que tiene dos hilos en el tema carretero. La permanente vigilancia de fuerzas policiales especializadas para garantizar el cumplimento de normas, prestar asistencia en caso necesario y atender oportunamente a las víctimas cuando haya accidentes, así como evitar asaltos y abusos a la gente que transita por ella. En ambos casos, nuestras carreteras exhiben una carencia total. Peor aún, en muchas oportunidades ver a un efectivo de Tránsito en la ruta más bien asusta porque se presume, así sea erradamente, interés de extorsión.
Hay pues mucho que hacer en este campo, y hay que hacerlo ya, superando nuestra mentalidad aislacionista, porque estamos frente a una oportunidad que más temprano que tarde puede perderse porque la falta de atención a las demandas para el buen uso de este corredor, provocarán el surgimiento de iniciativas para construir nuevas rutas. (Reedición)