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La felicidad por decreto
La felicidad por decreto
Rodolfo Mier Luzio.- La inoperancia de algunos gobernantes; su desesperada situación ante problemas emergentes de no siempre fácil solución en los países en los que se han convertido en líderes supremos, los llevan a contraer una enfermiza obsesión por el Poder, manipulando a sus seguidores con cuentos de hadas, como el de hacerles creer que su “amado líder”, ya desaparecido, se reencarnó en un pajarito que es portador de los mensajes que éste le envía desde el más allá.
La situación en Venezuela es verdaderamente desesperante en estos momentos porque no hay alimentos, y si existen, tienen precios inalcanzables para la mayoría de la población; la energía es también escasa y para solucionar ese problema el presidente Chávez, en su tiempo, instruyó utilizar linternas y foquitos ahorradores, y ducharse sólo en breves minutos. Hasta parece un contrasentido en un país que exporta energía.
Pero lo planteado por el presidente venezolano ya se cae de maduro. Acaba de crear el “Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo”, en honor al fallecido Hugo Chávez y nada menos que al Libertador Simón Bolívar. El nuevo organismo se convirtió de inmediato en objeto de bromas y críticas entre los venezolanos, que ironizaron con que el gobierno estaba ordenando por decreto la felicidad de toda la población
Habría que decirle al presidente colombo-venezolano que, en lugar de buscar en esos sus vericuetos mentales, “ideas creadoras” para salvar la difícil situación política y social por la que atraviesa su país, debería preocuparse de buscar soluciones creativas para la economía y ver el modo de parar el creciente descontento social por los problemas que atraviesa Venezuela.
En lugar de sostener a regímenes que se autoconvencieron que la lucha es atacando a la institucionalidad, a la democracia y a la libertad de expresión, es más factible que con ese dinero que se gasta para sostener sistemas de gobierno similares, se creen nuevas empresas, se industrialice el país y, de una vez por todas, se deje de achacar sus propios males a terceros.
La felicidad nunca se pudo ni se puede lograr por decreto o creando “Viceministerios para la Suprema Felicidad del Pueblo”. La felicidad es producto del bienestar de ese pueblo y de respeto a los valores que nacieron con él, como la libertad, la democracia y la justicia; mitigando el hambre y satisfaciendo necesidades básicas como la alimentación, la salud y la educación.
De otro modo, sólo se estaría creando un organismo inútil, que más que “producir” felicidad, sólo sería una oficina, con un escritorio y una computadora, que resultaría siempre inútil para los propósitos que busca el gobierno venezolano. Yeso no es, como dijo un funcionario del régimen chavista, obligación de un “Estado responsable”.
Ahora, resulta que ya no es un pajarito, son muchos los que revolotean en la cabeza del Presidente de ese país.
Por lo menos...esa es mi opinión.
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