EDITORIAL
La salud ambiental y las políticas públicas
La salud ambiental y las políticas públicas
Aunque todavía hay discrepancias sobre la mejor forma de hacerlo, lo importante es que ya nadie niega la necesidad de cuidar la salud ambiental
La presentación, durante la semana pasada, de dos estudios titulados “El impacto del cambio climático en la biodiversidad” y “Cambio climático y el desafío de la salud en Bolivia”, realizados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), según los que el cambio climático ya es una realidad que está manifestándose de muchas maneras en nuestro país, debe servir para que autoridades e instituciones involucradas en la preservación de la salud medioambiental asuman conciencia de la urgente necesidad de pasar de los dichos a los hechos cuando de afrontar el problema se trata.
Los datos en los que se respaldan las conclusiones del informe son muy elocuentes. Indican que el cambio de uso de los suelos, la deforestación –principalmente debido a la expansión de la frontera agrícola–, el sobrepastoreo, la contaminación de las aguas de los ríos y acuíferos ocasionada por la urbanización y las actividades mineras e industriales, entre muchos otros factores, ya están haciendo sentir sus efectos negativos, lo que obliga a dar más importancia al tema a la hora de elaborar políticas de desarrollo a escala nacional, departamental y municipal.
Los efectos a los que se refiere el informe van desde los menos perceptibles a simple vista, como la paulatina pérdida de biodiversidad, hasta los más impactantes por lo directos que son sus efectos como las inundaciones, sequías, vientos huracanados o intensificación de las temperaturas extremas.
El caso de Bolivia no es por supuesto una excepción ni mucho menos. Similares problemas están presentándose en el planeta entero y por eso va creciendo la preocupación de organismos internacionales, gobiernos y de la sociedad en general. Gracias a ello, el tema ocupa un lugar cada vez más importante en la agenda pública y poco a poco va dejando de ser sólo motivo de la tradicional retórica discursiva para pasar a ser elemento fundamental de la planificación del desarrollo.
Una muestra de ese cambio de actitud hacia los problemas ambientales la han dado durante los últimos días expertos de ocho países de América Latina, entre ellos Bolivia, que se reunieron con el expreso propósito de analizar e intercambiar experiencias sobre el fortalecimiento de instituciones gubernamentales y no gubernamentales encargadas de orientar los esfuerzos para disminuir las causas del cambio climático y facilitar el proceso de adaptación al mismo. El encuentro organizado por la Corporación Andina de Fomento y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), concentró su atención en la exploración de posibles fuentes de financiamiento para tales esfuerzos.
Por ahora, si bien ya nadie pone en duda la importancia del asunto, las opiniones todavía están muy divididas sobre la mejor manera de afrontarlo. De cualquier modo, sea solamente para adoptar medidas paliativas o para revisar los fundamentos mismos de las políticas de crecimiento económico actualmente vigentes, lo cierto e importante es que ya nadie puede negar la necesidad de situar en un nivel de prioridad la salud ambiental y el bienestar de las futuras generaciones a la hora de diseñar políticas de desarrollo.
|