OBSERVATORIO
Feria de libros y lectores
Feria de libros y lectores
Demetrio Reynolds.- No importa qué cosas se vendan en las ferias, su sólo anuncio genera cierta sugestión de curiosidad. Asistirá sin duda más gente de lo que ordinariamente suele ir a una tienda para comprar libros; además se piensa –con o sin razón– que allí se adquiere a un precio más barato. De cualquier forma, es una buena ocasión para enterarse qué libros nuevos estrenan su presencia junto a otros ya conocidos, y quiénes son los que todavía cometen la proeza de escribirlos.
Al margen del sentido comercial, se asocian dos elementos dramáticos: libros y lectores. Desde hace rato se viene diciendo que en Bolivia se lee muy poco, que el analfabetismo aún impera significativamente, que no es necesario siquiera saber leer y escribir para ser un gran personaje; que, en fin, a estas alturas, es un lujo inútil el ser o darse de lector. Pero el “soberano” también tiene sus opiniones: que los escritores no estimulan al lector con temas de su interés. No hay estudios ni datos reactualizados para dirimir la controversia.
También es antigua la creencia de que en Bolivia –dadas las condiciones crónicas– para publicar un libro hay que ser rico o hay que ser loco. No es barato el lujito de decir soy autor de este “libraco”. Si ese gustito no es equivalente al tamaño de la vanidad que lo impulsa, nadie puede gastar lo que no tiene. Por lo que hace a los autores, hay una expresión irónica conocida: aludiendo al psiquiátrico “Pacheco” se suele decir que no son todos los que están, ni están todos los que son. A esta última clase pertenecen sin duda muchos de los que escriben. ¡Locura grafómana!
Desde luego no es tan malo ser loco. Sin la locura de Cervantes, el Quijote no existiría. Tampoco serían parte de los 15 “elegidos” los tres mamotretos respetables que por azar resultaron un valioso legado del “loco” Arturo Borda. Como no puede ser una cosa distinta la obra de los presuntos locos, es menos controvertida la locura como tema en los libros. Incluso un famoso humanista (Erasmo de Roterdam, 1509) escribió un ensayo que precisamente titula: “Elogio de la locura”. Los libros muy cuerdos, sin una buena dosis de locura, suelen ser aburridos. Es, pues, ella, la locura, el trasunto de un realismo profundo de la vida misma.
Pero cuando el libro físico vaya desapareciendo poco a poco, y sea reemplazado por el digital en las pantallas cada vez más pequeñas y más portables, ¿cómo serán entonces las ferias de libros? Y los lectores, ¿se incrementarán o serán menos que ahora? La inquietud ya corre por el mundo, incluso hay lectores que se deshacen de sus libros sin pena para sustituirlos con una gran biblioteca digital en el bolsillo. Ya se habla cada vez con más insistencia de analfabetismo tecnológico; las banderitas blancas de la mentira tal vez pronto sean sólo una historia.
Como novedad en la feria, se realiza este año el II Festival de “Liberen la palabra”; el primero se realizó anteriormente en Santa Cruz, ambos bajo el patrocinio de sus respectivas filiales en Bolivia del PEN Internacional (Asociación mundial de escritores). Habrá foros, coloquios y paneles con participación de destacados escritores y periodistas. El tema específico a tratar es la “libertad de expresión”. ¿Existe esa libertad en Bolivia? Sí y no. Este será el debate a ventilarse durante la feria en el hotel “Cochabamba”.
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