LIBERTARIA
¿El Grinch de los regalos?
¿El Grinch de los regalos?
Luis Christian Rivas Salazar.- Los bolivianos por distintos motivos tenemos seres queridos en el exterior; padres, hijos, esposos, que están separados de las personas que más quieren, principalmente por motivos laborales.
Según los datos cuestionables del Censo de Población y Vivienda 2012, el 11% de las personas migraron al exterior desde el 2001. Los bolivianos transitan los aeropuertos nacionales e internacionales con el fin de marcharse o regresar; en este trajín, es común que en las fiestas de fin de año visiten a sus seres amados con regalos para alegría de los beneficiarios.
Pero el Gobierno ha dado un duro golpe a la familia boliviana mediante la Aduana Nacional de Bolivia. Su presidenta, Marlene Ardaya, ha manifestado: “Luego de la revisión de las maletas en la terminal aeroportuaria, si se verifica que así usted traiga (sic) una muñequita de regalo, ese juguete tiene que ser declarado y nacionalizado (pagar impuestos)”, añadiendo que entre noviembre y diciembre ese tipo de casos son frecuentes. Como si la Aduana fuera una especie de Grinch que se lleva los regalos de Navidad, solo que el bueno te devuelve los regalos.
Pero un aduanero nos observaría que todo viajero nacional o extranjero está libre de portar hasta mil dólares en bienes, pero inmediatamente corregimos con palabras de Ardaya: “Se debe recordar que la franquicia de los $us. 1.000 solamente es para efectos de uso personal, no para traer obsequios”. Por lo tanto, las cosas tienen que ser usadas y no nuevas, además de ser objetos de uso personal: “Si usted que es hombre viaja y trae blusas para mujer, eso no va a ser para su uso personal, eso sale de la franquicia y obviamente se tiene que proceder a la nacionalización como corresponde”, ejemplificó la funcionaria pública. ¿Cuáles serán sus parámetros para diferenciar uso personal y sus parámetros de avalúo?
Así, la Aduana decomisa diariamente maletas con celulares, tablets, laptops, que vaya el Diablo a saber cuál es su destino final, mientras las narices burocráticas entran a husmear las intimidades dentro de nuestras valijas.
Otro ejemplo, si un padre visita a sus tres hijos en Navidad trayendo computadoras para cada una, el monto excederá los mil dólares y por los altos costos impositivos, terminarán siendo abandonados en Aduana, como sucede todos los días.
En vez de tener una flexibilización de la facultad discrecional en materia de los actos administrativos aduaneros, tenemos todo lo contrario. Este Gobierno que dice ser solidario, no tiene compasión a la hora de cobrar tributos, embargar y confiscar los bienes de ciudadanos comunes, por consiguiente, tratarlos como delincuentes.
La función de la Aduana no es confiscar o decomisar bienes y hacerse de ellos en pos de la idea de que de algún modo esta conducta será percibida por los operadores como ejemplarizante. Si esa es su actividad cotidiana, estamos frente a un saqueo, y penalización de la migración de nuestros familiares. Tratar a nuestros seres queridos como maleantes, siendo que quienes quitan las cosas que no son de su propiedad o fruto de su esfuerzo, deben ser llamados ladrones.
Fuera de eso, sabemos que el contrabando es un hecho sin víctimas, por lo que no debería considerarse delito; lo que se llama contrabando es comercio simplemente, comercio del cual todos nos beneficiamos.
Reza el principio económico: “la Política Aduanera de un país es una extensión de su Política Económica”, por eso vemos muy preocupados que cada vez la libertad económica en Bolivia esté siendo reducida con medidas que demuestran que vivimos en un Estado represor.
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