EDITORIAL

EEUU hacia el fin de los radicalismos

EEUU hacia el fin de los radicalismos

A juzgar por los resultados de las primeras contiendas electorales, en EEUU estaría llegando a su fin el auge del radicalismo conservador

Aunque siempre se ha sabido que una de las particularidades del sistema electoral estadounidense consiste en que el largo camino que conduce hacia la Casa Blanca se inicia en las elecciones parciales que progresivamente se van llevando a cabo en los meses y años previos a las elecciones presidenciales en distintos estados y ciudades, nunca antes se había seguido con tanto interés como ahora los resultados arrojados por las urnas el pasado martes en los estados de Virginia y Nueva Jersey y, más aún, para elegir al nuevo alcalde de Nueva York.
Lo que explica tanta expectativa es que por primera vez en su historia contemporánea, Estados Unidos está viendo cómo tambalea su hasta hace poco sólido sistema político, lo que hace inminentes profundos cambios en el futuro inmediato.
Es precisamente porque a todos interesa conocer la dirección de la que provendrán los vientos de cambio que las elecciones del pasado martes fueron seguidas con tanta atención. Y no sólo porque es ahora cuando empiezan a oírse los nombres de quienes serán protagonistas de las elecciones de 2016, sino, y sobre todo, porque nunca antes habían sido tan importantes los matices ideológicos y doctrinarios a la hora de configurar el próximo escenario político de Washington.
Con esos antecedentes, no es un pequeño detalle el hecho de que el Tea Party, esa fracción ultraconservadora del Partido Republicano, haya sido el principal derrotado. Es que después de muchos años durante los que la influencia de esa corriente de derecha no dejaba de crecer, ha llegado a un punto en el que ya no son los miembros del Partido Demócrata, sino gran parte de los líderes del Republicano, los más interesados en que el Tea Party desaparezca del escenario político tan pronto como sea posible.
La victoria en Nueva Jersey de Chris Christie, uno de los republicanos más moderados, y por consiguiente más aborrecido por los radicales del Tea Party, por una parte, y su contrapartida, la derrota sufrida por el candidato del Tea Party en Virginia, han sido por eso vistas como dos señales esperanzadoras por quienes consideran que lo peor que le podría pasar a la democracia estadounidense es una persistencia de la tendencia de los últimos años hacia la polarización.
Tan significativo como los resultados obtenidos por los candidatos republicanos es el perfil del candidato que logró conquistar para los demócratas uno de los Estados que hasta hace poco parecía bastión irreductible de sus rivales. Es que la derrota republicana en Virginia no sólo se explica por la creciente aversión que inspiran entre los electores los radicalismos del Tea Party, sino también por la moderación con que presentó sus propuestas el candidato demócrata, uno de los principales promotores de la candidatura presidencial de Hillary Clinton.
Vistas así las cosas, en las elecciones del pasado martes pueden verse los primeros indicios sobre el rumbo que tomará la política estadounidense en el futuro inmediato. Un rumbo que apunta hacia el centro político, alejándose de los extremos, y abre así la posibilidad de que la democracia estadounidense se sobreponga a una de sus peores crisis.