TORMENTA MUDA

El movimientismo insomne

El movimientismo insomne

Juan José Anaya Giorgis.- El movimientismo recorre Bolivia como un fantasma insomne ¡cuidado! Funcionarios públicos, mejor ni lo mencionen, podrían perder sus pegas; por eso algunos le dicen “señor oscuro” como a Sauron de Mordor, yo prefiero llamarlo “el irredento”. Ambos son muy parecidos, al menos en sus métodos de trabajo, pero también diferentes. Sauron no reparte pegas, ¡el irredento sí! Sauron tiene una sola cara, el irredento cambia de cara como de antifaz: Víctor Paz, Juan Domingo Perón, también Cárdenas, y ahora Evo…
No toma posesión del cuerpo como los íncubos o súcubos, sino de la mente. Y cuando domina los pensamientos de sus víctimas, es difícil de exorcizar. Y cuando ésta ya no le sirve porque ya le ha estrujado hasta la última gota, simplemente la abandona sin piedad navegando a la deriva en el mar de la calamidad. Ya veis como el “gonismo” le resultó díscolo y ¿dónde está el “gonismo” ahora? Ya veis como el katarismo le salió díscolo ¿y donde está el katarismo ahora? Además, cuando migra de una mente a otra, su irreverencia crece, como una fiera que después de comer tiene más hambre que antes.
Luego del 21060 parecía sobrevenir un país sin lugar para el irredento, no tenía a dónde ir, los comunistas nunca lo quisieron, los kataristas, indigenistas o “pachamamistas” lo habían echado de sus territorios cansados de sus megalomanías mestizas y modernizantes. Sin embargo, no por nada es insomne. Al primer descuido el irredento sembró sus larvas en el corazón del movimiento indígena, desde ahí, supo abrirse camino hacia el cerebro, poco a poco y en silencio. “La coca es sagrada, autoderminación indígena, muerte a la república” -decía.
Antes de su ascensión al poder, el MAS ya era bipolar por obra suya: indigenista y movimientista, pero nadie advertía el mal, ambas ideologías parecían coexistir en paz como si fueran personajes salidos del preámbulo en la Constitución Política del Estado. El poder lo fortaleció mucho. Viejas prácticas movimientistas como las paradas militares indígenas, la evocación al empresario patriota por la autosuficiencia productiva, maravillosos planes quinquenales, manejos clientelares de las instituciones públicas, entre otras cosas, rebrotaron con incontenible virulencia.
Aunque algunas señales gubernamentales muestran signos de flaqueza en el irredento, como por ejemplo, las teorías del vicepresidente sobre la identidad nacional: “todos los nacidos en el territorio del Estado Plurinacional tienen la nacionalidad boliviana, la única diferencia es que algunos poseen una ‘identidad nacional compuesta’, de lo que resultaría que unos son bolivianos y otros son bolivianos-indígenas”; pero para mí, el irredento ya ganó. ¿Cómo se puede ser boliviano e indígena del Tipnis en uno, si los bolivianos arrasamos el Tipnis? Como sea, funcionarios públicos, no bajen la guardia, sed cautos, aún es peligroso deschapar al irredento.
Cierto es, el irredento también tiene sus virtudes, las estructuras anquilosadas de la sociedad plutocrática se desmoronan por completo a su paso. Por eso la nobleza se previene de él echando mano a cuanto conjuro pueda. Por desgracia también tiene mañas recurrentes. Cuando suenan los clarines convocando al pueblo a edificar la independencia nacional a través de un gran esfuerzo colectivo, el irredento desaparece, porque para él, esa música fantástica denota la hora de la siesta, ahí y sólo ahí, desaparece… por un tiempo, ¡y no traten de anticipar sus movimientos! el irredento siempre está un paso adelante que vosotros.