EDITORIAL

�Una paz de todos, con todos y para todos�

�Una paz de todos, con todos y para todos�

No es poco lo logrado por Colombia. Como ha dicho Santos, son �avances reales, positivos, (�) hacia un escenario donde se rompa el lazo entre pol�tica y armas�

Cuando una serie de traspi�s parec�a que pon�a en peligro las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se inform�, desde La Habana, donde aquellas se realizan, que las partes arribaron a un acuerdo sobre el segundo punto de los cinco que tiene la agenda concertada y que, de acuerdo a muchos entendidos, es clave: �la participaci�n pol�tica�.
Este acuerdo esboza los mecanismos que se deber�n instalar para que las FARC y sus l�deres se incorporen a la vida pol�tica de esa naci�n, en un proceso que incluya a todas las fuerzas pol�ticas y movimientos sociales colombianos dirigido a ampliar la participaci�n de la ciudadan�a en la vida pol�tica y comenzar un proceso de construcci�n de un sistema democr�tico participativo, transparente y abierto a los nuevos movimientos pol�ticos que pudieran aparecer.
Como dijo el presidente Juan Manuel Santos al comentar lo acordado, ello se dar� una vez que las FARC abandonen las armas y no se desarrollar� en La Habana, sino en la propia Colombia, porque �la paz no se hace en La Habana. La paz la construye la gente�.
Entre los puntos acordados hay uno que bien podr�a ser motivo de reflexi�n de los gobernantes de varias naciones de la regi�n, que han convertido la descalificaci�n y la agresi�n en el meollo de su discurso pol�tico. Se trata del compromiso de las partes de establecer �medidas para garantizar y promover una cultura de reconciliaci�n, convivencia, tolerancia y no estigmatizaci�n, lo que implica un lenguaje y comportamiento de respeto por las ideas, tanto de los opositores pol�ticos como de las organizaciones sociales y de derechos humanos�.
En definitiva, lo que han logrado el Gobierno colombiano y las FARC es establecer el esqueleto de lo que deber� ser, una vez que la organizaci�n guerrillera abandone las armas, que es la condici�n sine qua non, de un nuevo sistema pol�tico, basado en el respeto a las divergencias, la participaci�n ciudadana y una institucionalidad que evite la corrupci�n y la exclusi�n.
No es poco, pues, lo que se ha hecho. Como ha dicho el Presidente de Colombia se trata de �avances reales, positivos, hacia un acuerdo final y, en particular, hacia un escenario donde se rompa para siempre el lazo entre pol�tica y armas�. Por ello, ha asegurado que seguir� impulsando las negociaciones con las FARC, aprovechando la oportunidad que se ha abierto y que no se la puede dejar pasar, raz�n por la que pidi� a su poblaci�n dejar de tener miedo porque el �miedo nos encadena al pasado�, cuando ha llegado la hora de �pensar en el futuro�.
Se trata, sin duda de una elegante respuesta a quienes en Colombia �donde sobresale, por su fanatismo y falta de sind�resis, el ex mandatario �lvaro Uribe�, y la regi�n, y desde diversas posiciones ideol�gicas, buscan boicotear este proceso de paz, porque han hecho de la guerra y la confrontaci�n instrumentos de su presencia pol�tica y econ�mica.