SURAZO
Lo censurable de un artículo discutible
Lo censurable de un artículo discutible
Juan José Toro Montoya.- "Confieso que he errado. El artículo que adjunto corresponde al de mi columna semanal que se publica en varios diarios bolivianos de papel y en los digitales Erbol y Oxígeno. Los que lo leyeron saben que me referí a Cé Mendizábal como el primer escritor que gana el Premio Nacional de Novela dos veces. Craso error. Oscar Díaz, ganador del ahora desaparecido Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo, me hizo notar que el primero en ganar dos veces aquel fue Eduardo Scott Moreno con ‘La doncella del barón Cementerio’ y ‘He de morir de cosas así’. Por ahora no sé si es más grande la vergüenza o la pena de no poder enmendar la equivocación ya que la columna no volverá a aparecer dentro de una semana. Por ello, le hago caso a Oscar y comienzo admitiendo mi error en esta red social y me comprometo a volver a hacerlo en la siguiente publicación.
Por favor, sean indulgentes, entiendan mi vergüenza y perdónenme”.
Ese fue el texto que publiqué, durante siete días consecutivos, en mi cuenta de Facebook. Tuvo efecto el primer día. Un par de “likes” (me gusta) y un solo comentario me dejaron con más dudas que certezas. No sé si mis contactos recibieron el “post” (enviado) con indiferencia o si prefirieron guardar silencio antes de condenarme por el error cometido en esta columna. Sólo sé que debí parecer un estúpido el miércoles 20, cuando reenvié el “estado” por última vez en un ambiente totalmente dominado por la noticia del doble aguinaldo. Lo pertinente, claro, hubiera sido escribir sobre ese tema, el más caliente, pero yo no encontré otra forma de exculparme que la repetición diaria hasta la publicación del siguiente artículo, este, en el que reconozco mi error y pido disculpas directamente a mis lectores.
Es que uno de los problemas de la réplica y la rectificación periodística es que no siempre logran enmendar el daño causado. Cuando los periodistas difundimos un error a través de la radio o la televisión, este ya está cometido. Podemos aclarar después, rectificar o enmendar pero ¿cuántos que recibieron el mensaje errado estarán escuchando o viendo la rectificación? La cosa es peor cuando el error sale en un periódico porque no sólo está cometido, también está impreso, grabado para la posteridad. Puedes rectificar o enmendar en la siguiente edición pero, al margen de que muchos de los que leyeron el mensaje equivocado ya no leerán la rectificación, el error estará ahí y así pasará a los archivos, a las hemerotecas…
Y enmendar un error es todavía más difícil cuando lo cometiste en una columna semanal porque tendrás que esperar siete días antes de publicar la enmienda. Por eso fue que recurrí al Facebook, a riesgo de parecer más pesado de lo que soy.
Tengo justificativos que quizás explicarían por qué me equivoqué pero nada borrará el error. Sólo me queda esperar la indulgencia de mis lectores ante quienes me comprometo a esforzarme para evitar otro.
El consuelo que me queda es que, por una parte, esta ingrata experiencia me puso a prueba y me permitió afrontar el desafío de enmendar un error de esta magnitud. Descubrí que pedir perdón no es tan terrible como creen algunos de mis colegas y, si bien no borra lo hecho, por lo menos alivia tu conciencia y te permite seguir adelante con tu carrera. Lo otro es comprobar que esta columna, que no es tan famosa como las de varios laureados periodistas, tiene lectores de calidad. Que Oscar la haya leído de pies a cabeza y se haya preocupado por la rectificación es una muestra de que podemos tener esperanza en un mejor periodismo.
|