El hombre, un desconocido

El hombre, un desconocido

Juan José Bonifaz B..- El pasado martes 19, se ha recordado el Día Internacional del Hombre, una celebración que nació por iniciativa del Comité Internacional del hombre en Trinidad y Tobago, y tiene como fin destacar “el rol positivo y las contribuciones” del género masculino. Esta oportunidad nos permite reflexionar sobre su crisis y decadencia.
El hombre de nuestro tiempo, está lejos de Dios y cerca de las ilusiones del poder, el dinero y el vicio –éstos– han ocupado el lugar de los valores superiores del espíritu y, hacen la diferencia del verdadero Ser humano. El hombre vive una dualidad y no se ajusta sino a una imagen incompleta y mostruosa; ese hombre abstracto del que no se conocen sus verdaderas capacidades y posibilidades, y del que solo brotan reflejos de un ser inferior.
Descubrimientos recientes, han transformado el mundo mental y emocional del ser humano, la biología, la psicología y la física, han logrado avances significativos a partir de la mecánica subatómica, donde no rigen las leyes de la física newtoniana, sino solo misterios e incertidumbre. Está demostrado que la conciencia humana, es un campo magnetico que ligado a los campo magneticos de la tierra y el Cosmos, hacen la unidad Universal. Los fenómenos extraños de la actualidad, tienen mucho que ver con los cambios de la conciencia humana, cuyas variaciones son reflejos de su pensamiento.
Como el Sol para el Sistema Solar, es el corazón para el Ser Humano, y el verdadero cambio, consiste en poner la mente supeditada al corazón. Esto es lograr coherencia, es decir: pensamiento, sentimiento y acción, vibrando en la misma frecuencia. Por tanto, la incoherencia de nuestro tiempo, genera los resultados que vivimos a diario.
El hombre que debería ser la “medida de todas las cosas” no es sino un extraño en su mundo; incapaz de organizarlo para sí msmo, porque no tiene un conocimiento práctico de su propia naturaleza. De ahí por que el enorme avance alcanzado en las ciencias de la materia inanimada frente al conocimiento de los seres vivientes, sea la causa de catástrofes jamás vividas por la humanidad.
El problema para nuestra civilización cuyo fracaso de sus instituciones políticas, económicas y sociales -pero sobre todo de su propia debilidad- es que somos víctimas del retraso de las ciencias de la vida, sobre las de la materia. El error de concebir lo material y lo espiritual como una eterna dualidad de cuerpo y alma –una separación inexistente– porque el alma es lo específico de nuestra naturaleza íntima, que distingue al hombre de los demás seres.
Somos incapaces de definir esa entidad profundamente misteriosa y divina, que se esconde en lo infinitamente pequeño, descubierto por la física cuantica, que igual que el misterio de lo infinitamente grande, ponen en aprietos al materialismo darwiniano, cuando plantean que no es la materia la que genera la energía, sino la energía la que se materializa.
Las sociedades están formando super-hombres, super-mujeres y super-gays que hacen culto al cuerpo y el bien vivir; olvidan lo subjetivo, lo espirual y el amor universal. En el pasado, se adquiría status construyendo catedrales artísticas a la Gloria de Dios –ahora– líneas arqitectonicas de shopping centers post-modernos… Hombres y mujeres compiten por el dominio político, económico, cultural, social y la igualdad de derechos… ¡Locura, ilusión!...