EDITORIAL
Lecciones del acuerdo G5+1 e Irán
Lecciones del acuerdo G5+1 e Irán
El acuerdo alcanzado muestra que la diplomacia y el consenso internacional aún son instrumentos valiosos frente a situaciones francamente difíciles
Muchas y muy diferentes han sido las evaluaciones respecto del último acuerdo alcanzado entre el G5+1 e Irán, referidas al programa nuclear de este segundo país que, según propias afirmaciones, estaría destinado a fines estrictamente pacíficos, pero que según otras potencias se estaría desarrollando con afanes bélicos.
Demás está decir que los enfrentamientos armados, a estas alturas de la historia, son indeseables, y mucho más cuando se trata de unos en que potencialmente se podría poner en uso armas nucleares, cuyos efectos son devastadores tanto para la vida de grandes cantidades de personas como para el planeta en su conjunto. Ciertamente, evitar que se desaten esta clase de conflagraciones debe merecer los máximos y mejores esfuerzos posibles por parte de la comunidad internacional, y muy especialmente de aquellas potencias que cuentan con la mayor influencia en el devenir de las políticas mundiales.
Sin embargo, no es menos cierto que aquellos esfuerzos requeridos deben ser fruto de consensos mundiales en torno a intereses comunes y caros para las personas, como lo es en este caso la paz, y que no debería tratarse de una acción unilateral de alguna potencia, mucho menos cuando esa acción contemplara la posibilidad de un enfrentamiento armado.
También debe considerarse el hecho de que mientras que por un lado Irán asegura las intenciones pacíficas de su programa nuclear y, por otro lado, manifiesta su posición intolerante frente a occidente y su deseo de eliminar al Estado de Israel, no es sencillo imaginar que al contar con poder nuclear no podría existir la tentación de utilizarlo para cumplir dichas amenazas o que, peor aún, este extremo fuera la intención original y primigenia para llevar adelante la iniciativa.
Es por ello que es posible considerar como un avance positivo en la dirección correcta el acuerdo arribado en los últimos días, pues ha prevenido la posibilidad de una acción que seguramente habría acarreado mayores problemas y muy pocas soluciones, y ha logrado en Irán una posición bastante más constructiva que se constituye en un pequeño paso hacia la generación de un mínimo confianza, que podría dar pie mejores acuerdos y mayor transparencia en un futuro muy próximo.
Se debe admitir, también, que si los pronósticos y análisis más pesimistas respecto de las intenciones del programa nuclear de Irán fueran certeros, los términos del acuerdo logrado serían insuficientes y casi insignificantes, puesto que tan solo representarían pequeños retrasos en el desarrollo de poder nuclear de aquel Estado.
En cualquier caso, se debe admitir que lo hasta ahora conseguido también se trata de una apuesta por las vías institucionales y pacíficas, que son la razón de ser de organismos como las Naciones Unidas y muchos otros, que son parte del compromiso de los países libres para la convivencia en comunidad internacional, y que no pueden dejar de ser los mecanismos más apropiados y recurridos, aunque fuera frente a países cuyos regímenes de gobierno se muestran excesivamente hostiles e intolerantes ante nuestras formas de vida en libertad.
El acuerdo alcanzado muestra que la diplomacia y el consenso internacional aún son instrumentos valiosos frente a situaciones francamente difíciles.
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