SURAZO

¿Aguinaldo o “chispoteada”?

¿Aguinaldo o “chispoteada”?

Juan José Toro Montoya.- Y estalló la tormenta. Y llueven las demandas de pago de doble aguinaldo y truenan aquellos que no gozarán de ese beneficio.
Las tormentas son comunes en esta época del año, o por lo menos lo eran, pero lo que no es común es que hayan sido provocadas por el Gobierno. Ya pasó una vez, es cierto, con aquello del “gasolinazo”, pero las nubes negras desaparecieron del firmamento cuando se retrocedió en la medida.
Pero por ahora no hay retroceso, ni siquiera retractación. Más aún, el Gobierno dijo claramente que la medida se cumple, carajo; que hubo excedente y ese excedente tiene que redistribuirse.
Cuando lo escuchas así, tan decidido, te dan ganas de creerle pero la realidad de la calle es muy distinta de la que se pergeña en el sesudo gabinete que parió la medida. ¿Será? Aunque la versión oficial dice que el doble aguinaldo ya fue gestado hace un año, cada vez es más fuerte el rumor de que fue otra “chispoteada” del presidente. Se emocionó, como aquella vez de los pollos, y, como dice que no es gay sino macho, machote, largó nomás lo del doble aguinaldo y, luego de sacar la mano de la cara, los ministros no tuvieron más remedio que poner el pecho al aguacero. Total… hay nomás platita y, como la mayoría de los servidores públicos son masistas, y recibirán doble aguinaldo, el partido gobernante será el más beneficiado por la medida.
¿Y será justiciero este inédito doble aguinaldo? Mi primera reacción fue decir que sí, que era justo que la gente se beneficie con los excedentes de la producción, pero luego me mostraron los datos del censo, del anterior y del año pasado, el chusu, y los porcentajes coincidían: más del 80 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) no tiene empleo fijo; ergo, no tiene aguinaldo. Y si no tiene un aguinaldo, difícilmente recibirá dos.
¿Cómo, entonces, se justifica la medida? La respuesta electoral no es convincente. Si el MAS quería ganar votos repartiendo dinero que no es suyo –porque eso, al final, es el doble aguinaldo– podía anunciarlo este año para que las empresas tomen sus recaudos y se pague al siguiente. Como tiene el poder, podía disponer que se cancele en octubre, o en cualquier otro mes que coincida con las elecciones, y, una vez que la gente tuviera la platita en el bolsillo, acudiría agradecida a las urnas para re-re-reelegir a Evo. Pero, claro, también hay que considerar el efecto contrario: si más del 80 por ciento de la PEA no recibirá el doble aguinaldo, esa es, más o menos, la masa que podría no votar por Evo el 2014 debido a la rabia de no haber disfrutado de ese beneficio.
Entonces no, el doble aguinaldo no es una medida justiciera, ni siquiera electoral, sino demagógica y más parece la “chispoteada” de algún personaje televisivo que de un gobernante que se respete.
Y la tormenta está aquí, con lluvias de demandas de doble aguinaldo y truenos de quienes no recibirán ese beneficio. Algunos, como los cocaleros de La Paz, quieren por lo menos un sueldo, porque técnicamente no lo tienen, y convocan a otros que hagan lo mismo. La tormenta se torna en argavieso, la lluvia arrecia y los truenos amenazan con trastornar nuestro juicio, como trastornada es esa política de distribuir dinero mediante bonos cuando lo que se necesita es empleo.
¿Estamos jodidos? No sé. Sobrevivimos diluvios y aquí estamos… pero nunca volvimos a ser los mismos.