EDITORIAL

Honduras y el socialismo del siglo XXI

Honduras y el socialismo del siglo XXI

En la región se detecta el peligro para la democracia del arribo al poder de esta corriente, pero también el no atender las demandas ciudadanas abre camino a modelos autoritarios

Por segunda vez consecutiva, los candidatos del Partido Libertad y Refundación (Libre) de Honduras, adherente del socialismo del siglo XXI, no han ganado la elección presidencial, y por segunda vez, cuestionan los resultados publicados por su Tribunal Electoral y confirmados por dos misiones de observadores electorales: la de la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea.
En todo caso, en Honduras se posesionará al candidato ganador, del conservador Partido Nacional, más allá de los reclamos de los dirigentes de Libre, la propia candidata presidencial, Xiomara Castro, y su esposo, el derrocado ex presidente Manual Zelaya, que han contado con el apoyo explícito de los mandatarios cubano y venezolano, que han cuestionado la transparencia de las elecciones.
Cabe preguntar, en ambos casos, si tienen la autoridad moral de cuestionar ésta o cualquier otra elección presidencial. En Cuba no existe este procedimiento y la presidencia o jefatura del Estado es decidida por el comité ejecutivo del partico único, y en Venezuela, su actual mandatario sí es producto de unas elecciones seriamente cuestionadas y que no recibieron aval alguno de misiones internacionales de observación.
Además, en un acto sin precedentes dada la afinidad ideológica e incluso la dependencia económica, estas elecciones han sido avaladas por el mandatario de Nicaragua, país que es miembro de la Alianza Bolivariana para América (ALBA), quien reconoció casi de inmediato la victoria del candidato del Partido Nacional. A esta posición se han ido sumando los demás gobiernos del planeta, como corresponde.
En este contexto, pareciera que en la región se extiende la convicción de que la elección de los partidos afines al socialismo al siglo XXI significa un serio peligro para la vigencia del sistema democrático, porque, como se observa hasta ahora, éstos arriban al poder por medio del sistema de elecciones libres, y de inmediato comienzan a cambiar los reglas de juego para tratar de no dejarlo nunca más. Cuba, Venezuela y Nicaragua son los ejemplos más claros de esta postura, y muy de cerca se encuentran gobiernos como el nuestro, en el que se ha forzado una “re reelección” incluso violentando la letra y el espíritu de la Constitución Política del Estado, o como Ecuador, donde se ha procedido a modificar la Constitución para viabilizar la prórroga en el poder de su actual mandatario. En la propia Honduras, una de las razones para el malhadado golpe militar en contra del ex presidente Zelaya fue su intención de modificar, ilegalmente, la Constitución Política del Estado de su país para ser reelegido en forma indefinida.
Esta crítica, empero, no niega que el crecimiento de partidos adheridos al socialismo al siglo XXI en sistemas democráticos que parecen consolidados, es consecuencia, entre otros factores, de sistemas políticos excluyentes, con elevados grados de corrupción interna e insensibles a demandas ciudadanas de mayor inclusión, equidad y participación.
Se trata, sin duda, de un factor que hace que en la región se siga corriendo el peligro de retornar a viejos esquemas autoritarios de ejercicio del poder.