LA CURVA RECTA
Impuestos de alto vuelo
Impuestos de alto vuelo
Agustín Echalar Ascarrun.- Doña Marlene Ardaya, presidenta de la Aduana Plurinacional, se ha lanzado hace algunas semanas con un anuncio que ha causado zozobra en buena parte de las clases pudientes del país. Ha alertado a quienes viajan en avión al exterior, que cuando retornen tendrán que pagar impuestos por cualquier cosa que traigan que no sea de su personalísimo uso, y que además, si los ítems nuevos que pretendan introducir, tienen un valor de más de mil dólares también serán gravados. Ha dicho, que si alguien compra un par de muñequitas de regalo para sus hijitas, también deberá pagar impuestos por las mismas.
Tengo sentimientos encontrados respecto a estas nuevas medidas, en primer lugar, las siento coherentes con el discurso inicial del Gobierno, parto del principio de que quienes viajan al exterior en avión, son nomás los privilegiados de este país, quienes pueden darse el lujo de traer regalos a sus seres queridos, lo son aún más, y el exigirles pagar impuestos por las cosas que quieran introducir, por más que sean nimias, no parece una idea tan desproporcionada.
Por lo demás si se va convirtiendo en una molestia eso de traer regalos de afuera, las clases con poder adquisitivo compraran más aquí, y comprar productos en una tienda legalmente establecida en Bolivia, trae grandes beneficios a todos los bolivianos, ayuda a pagar sus alquileres a los tenderos, a pagar los sueldos de los empleados, (incluyendo un intempestivo segundo aguinaldo), quienes a su vez compran otras cosas, y así, los beneficios y los beneficiados se van sumando.
Hay algo más, si se pretende ir creando una sociedad más justa, y usemos por una vez un adjetivo abusado por el más pintoresco de los presidentes del mundo, si queremos adecentar nuestra sociedad, acostumbrada al contrabando sin medida ni clemencia, lo importante sería ir ajustando las tuercas precisamente en los entornos pudientes, sería 10 veces peor, el querer empezar por el otro cabo de la sociedad, el castigar a los miserables contrabandistas hormiga de las fronteras que son verdaderos sobrevivientes, y el dejar tranquilos a los viajeros de lujo que son quienes pueden permitirse un viaje en avión al exterior en nuestro país.
El único problema es que el contrabando en las fronteras no sólo es ese comercio hormiga de los necesitados con cara de hereje, es también un negocio bien establecido que trae pingües ganancias a personas que han dejado de ser pobres hace muchísimo tiempo, es un negocio que ha contaminado el prestigio del Gobierno actual, al más alto nivel, (no se debe olvidar el caso de los 30 camiones de Pando), es un negocio que además es posible que esté ligado al narcotráfico, en su calidad de lavadero de dinero mal habido.
Si consideramos que pasos fronterizos como el de Desaguadero, a sólo 110 km de la sede de gobierno no pueden ser controlados por las oficinas de aduana, las medidas que se tomarán en los aeropuertos internacionales se convierten en una mueca y una vez más en una impostura.
Hay también algo que nos puede llevar a tener una cierta suspicacia, y eso está en la idoneidad de los funcionarios que llevarán a cabo la labor de fiscalización de los vuelos, la experiencia nos hace pensar que podría tratarse de una nueva opción para la extorsión a los ciudadanos, aunque por supuesto se debe confiar en el ser humano, y un prejuicio no vale como argumento.
Reclamar por tener que pagar impuestos por una muñeca, o por unas blusas sin estrenar, es cuando menos banal, pero hay un tema que sí, no debería ser pasado por alto, y es el de los medicamentos, estos, bajo ninguna circunstancia deberían pagar impuesto alguno. No deja de llamar la atención que tengamos una ley que libera al libro, (que no deja de ser un artículo suntuario), del pago de impuestos, y que se plantee ser implacable con elementos que son imprescindibles para las personas más vulnerables de nuestra sociedad, vale decir los que están enfermos.
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