¿Un rayo de luz?
¿Un rayo de luz?
Juan José Bonifaz B..- Otro año que se va, sin dejar nada trascendente. Existe un criterio generalizado sobre cómo pasa el tiempo con tanta prisa y, según la ciencia, el tiempo parece acelerarse mientras nos aproximamos al Punto Cero. El día de 24 horas parece de 16 horas o menos. La Resonancia Schuman (o el latido de la Madre Tierra) ha sido de 7.8 ciclos por miles de años, pero se ha estado elevando desde 1980 hasta aproximadamente 12 ciclos.
Tomando en cuenta el actual ritmo del avance científico-tecnológico, la Ley de More prevé que éste tendrá un crecimiento exponencial los próximos años, y es posible la eliminación de vitales problemas que aquejan a la humanidad. Pero por otra parte, la desigualdad, la violencia y la guerra constituirán problemas centrales y cotidianos, fruto del desequilibrio de las ondas resonantes que vibran en la misma frecuencia que las ondas cerebrales de los seres humanos y de todos los mamíferos.
Por eso, la educación humanista integral cobra cada vez más significación. El hombre moderno debe tener una capacidad de aprendizaje mayor de la que haya tenido nunca, pues ahora hay más para aprender. El hombre tiene que capacitarse para adaptarse a situaciones nuevas todos los días, debido a lo rápido que cambia el mundo. Se puede decir que el hombre moderno se vuelve completamente neurótico o que la gran presión lo transforma, de acuerdo con el punto de vista que uno asuma; lo único seguro es que no hay posibilidad de volver atrás. La estimulación sensorial continuará aumentando más y más, es decir, recibiremos más información y la vida seguirá cambiando a ritmos acelerados.
Las sociedades viven su ilusión y tienden al vacío. La deshumanización, el individualismo y la carencia de valores morales exaltan la ignorancia, la mediocridad y emboban aún más a la gente con toda clase de prebendas y programas asistenciales para mantener el “status quo”, mientras los políticos, la clase de altos funcionarios y los Lobbys mundiales controlan el poder y la economía mundial, con un control férreo sobre la población, amparados en la tecnología, al servicio de la seguridad de los que mandan, y en desmedro del “Soberano” que obedece.
La razón por la cual hay tanto caos y miseria en el mundo es que la gente no entiende la interacción, la relación del consciente y el inconsciente humano. Cuando estos dos trabajen en paz y de manera sincronizada, el mundo encontrará salud, belleza, felicidad, paz y entendimiento. Para ello, es necesario mirar a Dios, al orden cósmico desconocido y misterioso que cada día produce más armonía, más justicia y más amor; al Astro Rey que cada tarde desaparece en las tinieblas, y reaparece resplendeciente la mañana siguiente; al hombre que en toda edad ve aproximarse la muerte y tiembla ante la nada, pero se consuela pensando que nada muere en la naturaleza; al orden social, que es justicia escarnecida, libertad violada, civilización invadida por la barbarie, la cultura intelectual y moral avasalladas por la superstición y el fanatismo, y es el progreso contenido por los sofismas y persecuciones.
Es, finalmente, el hombre con dos entes: uno materia, el cuerpo físico mortal, y otro inmortal que vive después de la muerte, el Espíritu. Así, el logro más significativo del hombre es elevar su conciencia a la percepción del Espíritu, que es la fuente de la vida. El error de concebir lo material y lo espiritual como una eterna dualidad de cuerpo y alma es una separación inexistente, porque el alma es lo específico de nuestra naturaleza íntima, que distingue al hombre de los demás seres.
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