RAÍCES Y ANTENAS

El poder del perdón

El poder del perdón

Gonzalo Chavez A..- Murió un mito, un símbolo de la libertad. Hizo el paso a la historia Madiba, el gran padre, como lo llamaba su gente en África. Océanos de palabras en todos los idiomas se gastarán en merecidos homenajes a Mandela. Se escribieron y escribirán muchos artículos y libros sobre su legado, pero al final del día, la marca más importante que un gran hombre puede dejar a la humanidad no está solamente escrita en las grandes letras de la historia; a veces se mide por la influencia en el corazón de una persona.
Y eso es suficiente. Hace muchos años, escuché una entrevista con el Presidente de África del Sur, que giraba en torno de lo que significa el poder, el perdón y la reconciliación para alguien que pasó buena parte de su vida injustamente encarcelado por sus ideas. Quien en 27 años de sombra tuvo todo el tiempo del mundo para acumular rencores y preparar un arsenal de venganzas por buenas y malas razones; tuvo todos los justificativos y dolores para convertir su alma en una máquina de ajuste de cuentas. Su pueblo había sufrido las atrocidades de la discriminación racial, económica y social. Las minorías blancas de Sud África en el poder habían mostrado cuán lejos puede llegar la estupidez de los privilegios. El caldo de cultivo para escalar la violencia estaba servido en la mesa; dependía de la palabra de un hombre, felizmente de un gran ser humano. Esto confirma que la historia también la hacen los individuos, en especial, en los momentos de las grandes decisiones, cuando cerebro y corazón deben pensar juntos. Mandela, en largos años de encierro, no cultivó el odio, más bien lo exorcizó de su alma y lo que es más importante, de su pueblo. Esto le permitió pasar de preso a estadista, de símbolo de la resistencia contra la opresión a líder de la paz mundial. Y ahora a leyenda de la historia.
En la referida entrevista, Mandela decía que cuando se convirtió en el líder de su país tuvo la oportunidad de descubrir que el poder no está en el dinero, las armas o el control la vida de los otros, sino en el perdón. Vivió perseguido y encerrado por sus ideales de justicia, igualdad y su inquebrantable lucha contra el racismo, buena parte de su vida. Pero cuando recuperó la libertad lo primero que hizo fue promover el más inspirador proceso de reconciliación en una sociedad que durante años se había preparado para una guerra civil sangrienta. Con la maestría que otorgan la firmeza de los ideales y la experiencia, desarmó todas las bombas que el injusto apartheid había instalado durante años en la sociedad sudafricana. Sembró la semilla del poder del perdón en cada ciudadano de su país y cosechó paz a raudales y mejores días para la gente. La esperanza nunca estuvo mejor administrada con su dosis de futuro, pero también con su toque de realidad. Para este humilde escribidor de Domingo, el entendimiento de lo que significa el poder del perdón es el principal legado de Mandela, por la sencilla razón de que se instaló en mis sueños y estoy seguro, en los de mucha gente.
Estoy muy feliz de terminar este año con una columna de homenaje a Mandela, saquen Ustedes las lecciones que podemos aprender de este líder y de la historia de África del Sur.
Pero para finalizar la larga jornada del año que ya se pierde en el horizonte del cansancio, un comentario sobre cocina estadística nacional. Un pie de página sobre la inflación de noviembre que, según el Instituto Nacional de Estadísticas, fue negativa en 0,03 por ciento. ¡Oh sorpresa! Estos datos se los ve muy bien masajeados y cocinados. No quisiera pensar que las estadísticas se pusieron al servicio del proceso de cambio. En el momento que se anuncia una fuerte inyección de liquidez a través del segundo aguinaldo y en el mes que hace varios años registra siempre subida de precios, la navidad neorevolucionaria produce la magia de la inflación negativa. Vendrán los reclamos de los amos de casa, se producirán cuestionamientos técnicos y políticos. Pero al final del día, como en el caso de los serios problemas con los datos del Censo, el tiempo y la propaganda oficial cubrirán con su manto de hermetismo lo que realmente pasó en los mercados. ¿Será que una vez la estadística se pone al servicio de la política a costa de la institucionalidad? Espero que esto no sea así. País que no cuenta con información estadística creíble, está condenado a la oscuridad. Encarcela su futuro. Me voy de vacaciones, de hecho ya estoy en la Universidad de Harvard de cuya biblioteca escribo esta columna. Vuelvo a la militancia del análisis en enero, y al país, en unos días. Felices fiestas. Le deseo un final de año inspirado en los ideales de Mandela, justicia, liberta y paz para todos.