VENI, VIDI, VICI

Las “soluciones” de nuestras autoridades

Las “soluciones” de nuestras autoridades

J. Lizandro Coca Olmos.- Vivir sin temor de ser agredido por terceros es el principal derecho de los ciudadanos. La protección de la vida (contra el asesinato), la libertad (contra todo tipo de servidumbre, esclavitud, trata de personas) y la propiedad (contra los robos, asaltos y estafas) es el deber fundamental del Estado y sus Gobiernos.
Pero veamos algunos ejemplos de cuánto se ha distorsionado esta función en nuestro país:
1) Cuando es época de Navidad o Carnaval, la Policía no nos dice “realice sus actividades tranquilo, nosotros lo cuidamos de la delincuencia”; nos dice “no salga de su casa o asegúrese de que siempre haya alguien, así evitará que entren a robarle”, lo cual es una confesión de la incapacidad estatal para garantizar nuestra seguridad. No pueden asegurarnos protección, así que nos piden que no caminemos a ciertas horas de la noche, que no pasemos por ciertos lugares, que no dejemos solas nuestras casas, etc., porque como ellos no pueden hacer nada somos nosotros quienes debemos restringir nuestra libertad.
2) Bien, como el Estado no puede garantizar la seguridad de los barrios, muchos de ellos deciden cerrar sus calles y contratar seguridad privada. Algunos hasta instalan sus propias luminarias, contratan jardineros y asfaltan sus calles, se transforman en verdaderos barrios autogestionarios a pesar de que siguen pagando impuestos, iluminación pública y similares. Podrían exigir que las instituciones públicas cumplan con su rol, pero no, se cansaron de ser víctimas de la inoperancia de los Gobiernos.
Pero luego aparecen autoridades, políticos populistas y hasta opinadores que los critican por vulnerar el “derecho al libre tránsito” (de los delincuentes entre otros) o por ser “barrios de oligarcas” y exigen que se levanten los muros sin siquiera garantizar a sus habitantes la seguridad que de todos modos nunca les dieron.
3) El Concejo Municipal (de Cercado) aprueba una absurda “ley seca” que impide que podamos celebrar, conversar, reunirnos tomando unos tragos en el día y a la hora que nos plazca porque, según el concejil (cochabambino) David Herrada, con dicha norma se frenaría la delincuencia (yo no sabía que los asesinos, violadores y asaltantes eran borrachos).
El problema es que beber mucho, beber poco, hasta qué hora hacerlo y en qué días, es un asunto que depende de la voluntad, el tipo de trabajo, los valores y el humor de cada persona. No es algo que las instituciones estatales deberían regular.
Es un error hacer una relación directa entre alcohol y delito, puesto que hay delincuentes sobrios y también buenos borrachos. Igual que es un error hacer una relación entre política y corrupción, porque hay políticos honrados y también ciudadanos corruptos.
Pero aquí estamos, con autoridades que creen que quedándonos en nuestras casas y volviéndonos abstemios vamos a erradicar la delincuencia. Y que nos condenan si asumimos nuestras propias medidas de seguridad ante su incompetencia.
Pero de mejorar la seguridad y cumplir con su deber aumentando los efectivos policiales, pagándoles mejor y capacitándolos, nada. Prefieren aprobar leyes bobas, incrementar la cantidad de militares en el país, comprar aviones y satélites, y transformarse en empresarios mineros, papeleros, cartoneros, azucareros, lecheros, petroleros y tantos otros.