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Muerte en el “país de las maravillas”

Muerte en el “país de las maravillas”

Rodolfo Mier Luzio.- Las reiteradas declaraciones del Ministro de Economía en torno a la bonanza económica del país, terminan por convencer a los ciudadanos que vivimos en el “país de las maravillas”. Lo malo es que Bolivia gasta, no invierte; eso marca la diferencia. La flota de aviones para el traslado de los primeros mandatarios y de sus ministros es, evidentemente, un gasto que no favorece a la ciudadanía, sino sólo a algunos burócratas que, ante todo, hacen campaña para la re reelección de la dupla presidencial.
El incremento de la tropa militar en más del 30% es también un gasto; salvo que se dediquen a combatir la pobreza con las armas. La adquisición de canchitas de césped sintético, hasta en lugares donde no son necesarias porque el pasto crece solo, es un gasto, no una inversión. El segundo aguinaldo, que se otorgará hasta a los que sólo se dedican a levantar la mano, es un gasto, gasto electoralista, pero gasto al fin.
Inversión es apoyar la producción, especialmente en el área rural donde los campesinos se han dedicado a organizar movimientos sociales de apoyo al partido de gobierno. A tal extremo bajó la producción agrícola que el Ejecutivo se vio obligado a importar alimentos, hasta los más tradicionales en el altiplano, los valles y en el oriente del país, convirtiéndose así en un gasto y fuga de divisas.
Esta introducción tiene como único propósito denunciar que en el “país más rico”, por el momento, y publicitado por el Ministerio de Economía; y peor aún, en el Departamento con más ingresos por regalías (mil seiscientos millones de dólares) como es Tarija, o sea el más rico de Bolivia, muere un niño de nueve años por desnutrición severa. A sus escasos nueve años, al morir pesaba apenas seis kilos, como si fuera un bebé de cuatro o cinco meses.
Los responsables, ahora acusados de homicidio culposo, son sus padres. Maltrato por omisión, dice el fiscal. Pero, este caso, no es aislado y se convierte en un tema social que se debe investigar. Es muy fácil deslindar responsabilidades, habría que averiguar si sus padres tenían trabajo; por lo tanto, la disponibilidad de recursos para alimentar a la familia y combatir la grave enfermedad (parálisis cerebral) del mencionado niño. Para defender a la niñez y adolescencia, no bastan leyes (bien o mal redactadas, efectivamente o no cumplidas). El problema es más complejo.
Todos vemos a diario que los niños de la calle crecen en número, ganando el sustento en toda clase de ocupaciones temporales. Y la Gobernación de Tarija (el Departamento más rico de Bolivia) no sabe en qué invertir o por último gastar. El dinero se acumula en los bancos, mientras un niño enfermo muere por desnutrición severa. Esos niños no se alimentan de leyes; su alimento es otro: la atención nutricional, el socorro médico y, sobre todo, el amor.
Por lo menos...esa es mi opinión.