RATIO IURIS
Mandela y los demás
Mandela y los demás
Cayo Salinas.- Nada hay que sea igual o se asemeje a lo que fue Mandela. Bajo las dimensiones en la que desarrolló su vida, es imposible encontrar alguien como él, por lo que su figura ya es mítica y las razones para que así sea, sobran.
Conocí su vida hace varios años, cuando tuve la oportunidad de leer su autobiografía. “Long Walk to Freedom” es el título que Madiba escogió para una de las obras más estremecedoras, conmovedoras, dramáticas y hasta reconfortantes que jamás haya leído. Al concluir la lectura, no pude menos que emocionarme por haber estado frente a un verdadero icono del siglo XX.
Todo comenzó cuando el padre de Mandela, un hombre que no sabía leer ni escribir y era miembro de la Familia Real de la etnia Thembu, perdió sus tierras debido a que un buey atravesó las de un tercero, quien lo denunció ante un Magistrado y ante quien rehusó presentarse por considerar que el tema era un asunto cuya jurisdicción correspondía a la tribu de donde pertenecía. A raíz de esa desobediencia, perdió todas las propiedades que poseía como cacique, lo que lo obligó a trasladarse a Qunu. Cuenta Mandela que su padre le dio el nombre de Rolihlahla, cuyo significado es “creador de problemas”, por lo que ironizó en el hecho que aquel no imaginó el alcance que iba a tener ese nombramiento.
Cuando tenía siete años uno de sus tíos le dijo a su madre que era un niño muy inteligente y que debía ir a la escuela, algo que ningún miembro de su familia lo había hecho. Su padre decidió hacerlo. A la muerte de aquél, la vida de Mandela quedó bajo la custodia del hombre más poderoso de la tribu Thembu, por lo que relata que su madre lo dejó con estas simples palabras “cuídate por ti mismo, hijo”.
Quizá haya sido esa una de las causas, entre otras, que confluyeron para forjar el carácter de un hombre que rebasó todo esfuerzo en procura de luchar contra el Apartheid y el hecho que desde pequeño, su pasatiempo favorito fue escuchar la historia y costumbres de su pueblo.
Después de ser circuncidado, fue a la escuela de Clarkebury y fue entonces cuando recibió su primer par de botas. A los 21 años continuó sus estudios en Fort Hare, ocasión en la que recibió su primer terno para celebrar la ocasión. Fue en ese recinto donde comenzó a aflorar su liderazgo al haber sido nominado al Concejo de Estudiantes. Deseaba ser abogado. Consiguió trabajo en una Firma llevando a cabo tareas básicas y en la noche estudiaba en la Universidad de Sudáfrica hasta que se recibió a fines del año 1942. En la Firma conoció a otro hombre negro, Gaur Radebe, quien además, era miembro de la ANC y el Partido Comunista y de quien dijo haber aprendido más que lo conocido en el trabajo. Ahí comenzó todo. Fue Gaur quien lo introdujo a la ANC y a las reuniones –como oyente– que trataban los problemas que afectaban a su pueblo. En agosto de 1943, el pueblo bajo el liderazgo de la ANC boicoteó el transporte por el incremento de tarifas del bus (4 a 5 peniques), a raíz de ello marchó con Gaur y 10.000 personas más en señal de protesta. Nueve días después, la compañía de bus rebajó las tarifas y ése fue –según Madiba– el inicio de la lucha por la libertad. Lo que vino después lo saben ya. Un ser humano capaz de ofrecer su vida por la libertad de su gente. Estuvo preso 27 años. Su paso y anécdotas en la cárcel merecerán otro artículo. Su vida y lo que hizo, será siempre un ejemplo de tenacidad, compromiso con los derechos de las personas, su libertad y la democracia. Renunció a un segundo mandato, lo que lo hace más grande.
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