OBSERVATORIO
Efectividad de la justicia plurinacional
Efectividad de la justicia plurinacional
Demetrio Reynolds.- René Joaquino, el otrora bravo luchador y varias veces alcalde, es de extracción campesina, albañil de oficio y abogado en los últimos años. A partir de la concejalía municipal, su ascenso fue espectacular. En algún momento se barajaba su nombre como potencial candidato a la presidencia de la República. Era un globo que se elevaba con el viento a su favor.
Pero los vientos cambian. De forma inesperada el “globo” se vino abajo. Un alevoso vendaval que salió del Palacio Quemado lo abatió hasta sumirlo en la abdicación. Pero ilustremos con calma esta historia. Joaquino es un símbolo. Pese a su caída moral, su testimonio vale.
El poder exclusivo de los dictadores es terrible. No admiten que nadie les haga sombra. Con frialdad deciden “eliminar” al potencial adversario. Hay muchos nombres en la lista de los perseguidos, expulsados y encarcelados. Uno de éstos era el de Joaquino. Impresionó la cifra de votos con que ganó la última elección de alcalde en Potosí. Eso encendió el “foquito rojo” de alerta.
El famoso programa personalísimo “Evo cumple” creó las condiciones para la anomia en toda la estructura burocrática del Estado. En arca abierta, hasta el santo peca, dice un adagio popular. No hay una sola alcaldía que no esté por lo menos bajo sospecha de corrupción. Este mal ha hecho estragos en las provincias, donde casi la totalidad de los alcaldes es oficialista.
A Joaquino se le ocurrió adquirir vehículos usados, dizque por ahorrar recursos a la Comuna: una primera mala, pésima decisión. Nada más faltaba: abogados, fiscales y jueces –fieles servidores del régimen– como jauría se lanzaron en pos del alcalde potosino. Lo procesaron, lo defenestraron del cargo y lo llevaron a la cárcel. Dos años después saldrá de allí transfigurado. La depresión aniquila, incluso lleva al sepulcro: “la salud me jugó una mala pasada”.
A Joaquino lo encarcelaron por unas cuantas “carcachas”, luego 120 mil “chutos” se legalizaron sin asco. No le comprobaron nada, y pudo reasumir la Alcaldía, pero con el espíritu aplanado, fuera de combate; del luchador de antaño, ni rastro. La “justicia” plurinacional cumplió su papel.
Hay líderes que irradian una ejemplaridad pedagógica, como Vargas Llosa y el papa Francisco en nuestro tiempo, y también antihéroes repudiables como el que ordenó la masacre en Chaparina. Vivimos en un medio que anula el surgimiento de nuevos valores, por eso no tenemos líderes sino caudillos solitarios que ambicionan el poder vitalicio.
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