MARTILLEANDO

Querido Niño Dios

Querido Niño Dios

Mónica Briançon Messinger.- Bueno, falta una semana y quizás me estoy adelantando con mis pedidos navideños, pero como dicen por ahí al que madruga el Jefe le ayuda. Así que prefiero mitigar las prisas de las fiestas de fin de año, el famoso estrés y otros elementos por demás obvios tan apegados a diciembre.
A lo que iba. Le estoy escribiendo al Niñito. Podría ser a Papá Noel, a las hadas, o a cualquier entidad divina o divinizada, el caso es que en esta ocasión me dirijo al pequeño ser celestial para hacerle un pedido bien simple: no quiero nada.
Así es. Nada de dirigentes políticos, gremiales, sindicales que sólo velan por su bolsillo y bienestar y mandan a la cresta cualquier intento de una adecuada convivencia ciudadana.
No quisiera más choferes de taxis, trufis, taxi trufis, flotas, vagonetas, camiones, motos y otros vehículos que creen que por andar motorizados son dueños de la ciudad y pueden hacer lo que les venga en gana y peor aún creerse tarzanes y mujeres maravilla porque tienen tragos encima y andan violando las normas de tránsito, desde tocar bocina como locos enfurecidos, pasando por doblar a la izquierda, girar en U y creer que los peatones somos obstáculos a los que nos vendría mejor quedarnos en nuestras casas.
Tampoco me gustarían convenios que se firman con la mano y se borran con el codo, porque resulta que a un grupito de poder no le ha simpatizado lo que la autoridad dice y presiona para que la medida se levante.
Hablando de medidas, no quisiera una tan discriminadora como la del aguinaldazo, con la que se hace creer que porque uno va envejeciendo no tiene que alimentarse, vestirse y finalmente vivir de manera digna quedando raleado y al margen de este “premio” al esfuerzo, como si trabajar durante más de 40 años no fuera importante y haya que seguir dándole a cualquier laburo, con las pocas fuerzas que quedan, porque si no, el estómago queda pegado a la espalda y el hambre te persigue más que la flaca huesuda.
Le haré asco total a las violaciones de orden sexual. A las que suceden en los hogares de acogida, a las que ocurren en los mercados populares, en general a todas. Seguiré creyendo que un país que necesita medidas en contra de los agresores es un país que se está equivocando en su forma de ser y de estar.
A ellas les añado las agresiones a las mujeres, las que acontecen dentro de los hogares con pretextos tan burdos y banales como “fuiste tú la que me provocó” o cositas como el “alcohol me vuelve otro, perdóname, no vuelvo a tomar nunca más” (clásica promesa que se rompe todos los viernes del año) o las que se dan fuera so pretexto de que “ella se lo merecía”.
Asimismo no se me antoja saber que el narcotráfico campea a sus anchas y que lo único que se ve por la “tele” son curiosas redadas donde se mal atrapa a fábricas y pozos de maceración, pero nunca a un solo culpable.
No ambiciono, por otro lado, perdonazos a los chuteros, a los contrabandistas y a quienes se cobijan bajo la figurita del régimen simplificado, so pretexto de ser miniempresarios, cuando en realidad se trata de elefantes disfrazados de hormigas.
Ni apetezco más percances aéreos porque no hay repuestos suficientes, o porque no hay personal de tierra calificado para dar mantenimiento a las aeronaves, o porque en los aeropuertos no existe el suficiente material de primeros auxilios para brindar apoyo a los aviones en situaciones especialmente difíciles.
Y definitivamente me dará una repulsión tremenda saber que hay más ítems para canchitas de fútbol que para hospitales.
Niñito que ya llegas para la celebración de tu cumple… Por fa… atiende mi pedido.