ENTRE COLUMNAS

Mea culpa...

Mea culpa...

Rodolfo Mier Luzio.- ¿Motivos para celebrar este acontecimiento del arribo del nuevo año?... Ninguno.
Ha sido siempre, producto de la costumbre, alegrarnos por la partida definitiva del año viejo, que se va para siempre cargado de las penas, los odios y los fracasos, y llega el nuevo año con su bolsa de ilusiones y esperanzas que todos quisieran que se cumplan. Pero, a fuerza de ser obstinadamente incrédulo, mantengo una sola esperanza: que cambiemos nuestra mentalidad y dejemos de ser simples observadores de nuestra realidad, lo que nos convierte en cómplices de los males que hoy nos aquejan.
Mis amigos me han recomendado que deje de escribir mostrando la realidad boliviana, que apunta necesariamente a los que circunstancialmente nos gobiernan hoy en día; y eso, me dicen, puede derivar en actos de venganza o en juicios inventados por los gobernantes. Soy consciente que eso puede ocurrir, y ejemplos hay muchos.
Me pregunto, sin embargo, qué sería de mí si no trato de mostrar (según mi óptica) a los bolivianos que lo que vive hoy día nuestra patria es un retroceso peligroso; que la democracia sí existe, pero sólo como un enunciado; que la justicia sólo esta plasmada en códigos y leyes que simplemente son ignorados si perjudican al gobierno; que las libertades ciudadanas están secuestradas por los miedos y temores que surgen de las amenazas.
Antes nos decían que debíamos andar con el testamento bajo el brazo; ahora sin que nos digan, hacemos lo mismo. Antes, me costó largos años de exilio defender lo que hoy también trato de defender: la democracia, la justicia y las libertades básicas de todo ser humano. Por eso, si dejara de escribir, estaría echando por la borda mi permanente lucha contra los abusos y el mal gobierno, sea cual fuere, y todo lo que significa estar en forma forzada lejos de la patria, en el exilio.
Definitivamente, no pretendo ser cómplice de los errores que casi a diario comete este gobierno que, por un golpe de suerte, tiene una bonanza económica nunca antes vista; pero, no por las habilidades ni dotes de grandes estadistas, ni siquiera por la supuesta “nacionalización” que no es otra cosa que una negociación de porcentajes y precios con las transnacionales que siguen en Bolivia; sino por los altos precios de las materias primas exportables.
Todo gobierno populista está seguro si tiene el dinero suficiente para repartirlo en forma de bonos y otro tipo de prebendas. Nos preguntamos, ¿qué grupos sociales no se sienten felices de recibir plata sin trabajar? Por eso, harían cualquier cosa para que ese gobierno se perpetúe en el Poder. Lo que pretendo decir es que no es un gobierno que tenga un apoyo consciente, sino simplemente compra la adhesión con el dinero que en lugar de invertir, gasta. Como si esta bonanza económica que hoy vivimos, vaya a tener una eterna duración.
Hago un mea culpa, porque la temática de mis columnas parecería tener una fijación con este gobierno y los gobernantes; aparentemente, la misión que tengo sea la de un criticón empedernido. Quiero aclarar a mis amigos que son las acciones de este gobierno las que me obligan, sin remedio, a tratar de orientar, no sólo a los lectores, sino también a quienes nos gobiernan; así lo hice por casi cuarenta años, sea contra la bota o contra la ojota.
Adiós al viejo año, éste que el señor Presidente perdió sin remedio, gobernando sólo para sectores y movimientos sociales y no para todos los bolivianos.
Bien haría que en el año que se acerca, se deshaga de un entorno perjudicial, que hace que viva en un mundo imaginario, en el país de las maravillas.
Como podrán advertir, sin querer, volví a la temática que, para mí, es ya cotidiana. Esa es la razón de mi mea culpa.
Por lo menos...esa es mi opinión.