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Lo bueno, lo malo y lo horrible de la justicia 2013
Lo bueno, lo malo y lo horrible de la justicia 2013
Arturo Yáñez Cortes.- Contagiado de las acostumbradas evaluaciones de fin de gestión, le meto no más y les presento la mía sobre lo bueno, lo malo y lo horrible de nuestra justicia 2013. Como no me podía ser de otra manera, empiezo con lo bueno. No es que haya caído en el fetichismo normativo propio de latinos y bolivianos, pero resalto la promulgación del nuevo Código Procesal Civil adscrito al sistema oral que pretende –habrá que ver sus resultados- superar el estado de la justicia civil; podría también incluir otras – de las muchas normas sancionadas- pero ahí si caería en aquel fetichismo pues, por mucha propaganda realizada, no contribuyeron siquiera a mejorar la situación, piénsese en la ley contra la violencia doméstica u otras que sólo confirmaron que en Bolivia el papel lo aguanta todo llegando al populismo legislativo y el resultante inflacionismo normativo, peor ante la manifiesta incapacidad de los legisladores para
–evitando levantar la mano bajo plazo impuesto por su jefazo- analizar la esencia de los problemas con base a elementales parámetros técnicos y así, identificar soluciones –que no siempre son legislativas- para por lo menos reducirlos, huyendo de la fábrica de espejitos de colores en serie. Destaco también algunos fallos del Constitucional, en los que no quedó más remedio que restablecer la vigencia de la NCPE e instrumentos internacionales, anulando la ilegal suspensión de jueces y alcaldes por simple imputación y finalmente, por fin la comunidad internacional está usando los ojos en la justicia plurinacional, aunque sea con diplomáticos pronunciamientos exigiendo el debido proceso.
Entre lo malo, resalta la persecución selectiva que ejecuta el Ministerio Público y Órgano Judicial a los “enemigos” de su jefazo; su vergonzosa dependencia con el poder político –piénsese como la hoja de coca en la torta en el impresentable fallo de la rererelección-, la retardación de justicia en sostenido e impúdico incremento: el caso del cívico tarijeño con 81 audiencias suspendidas; el hacinamiento carcelario en alza (más de 14.000 taucados en condiciones infra humanas); el 84% de presos sin condena batiendo todos los records hasta del “extinto poder judicial” y la gravísima inseguridad jurídica y resultante indefensión, peor cuando el todopoderoso estado plurinacional está al otro lado de la balanza (chueca).
Y en lo horrible, sin duda resalta la rererelección bendecida paradójicamente por el tribunal encargado de ponerle límites al poder; el “descubrimiento” –por fin- de la red de corrupción incrustada en altos cargos del ejecutivo, aunque ahora muy convenientemente encubierta por los “investigadores”; nuestras porosas fronteras que han permitido “darse a la fuga” a algunos ilustres imputados; la masacre de Palmasola, el ajusticiamiento fiscal y judicial de Bacovic con su secuela del acostumbrado yo no fui a coro plurinacional y el asqueroso encubrimiento e impunidad que gozan –por el momento- los actores intelectuales y materiales de los casos de terrorismo de estado como La Calancha, 24 de mayo, Chaparina, Masacre de las Américas; separatismo y muchos otros, que confirman como ordenó su jefazo, que se le metió no más y por ahora sus abogados –para eso “estudiaron”- están alejando las castañas del fuego, aunque no se sabe hasta cuándo, pues aunque la justicia tarde mucho en Bolivia, llegará no más.
¿Será que ese estado comenzará a superarse el año que pronto empieza? Lo dudo, ya que no vislumbro voluntad política, sólo se repiten discursos de corte autoritario y amenazante, se fabrican industrialmente “nuevas” normas muchas repetitivas, inconstitucionales e inconvencionales mientras se ajustan las clavijas a sus MASistrados y fiscales para que a su vez, les ajusten a quienes ordenan sacar de circulación para asegurarse el poder total y no sólo el gobierno, confirmando aquello de MONTESQUIEU: No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia.
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