EDITORIAL

Balances y desafíos que nos deja el 2013

Balances y desafíos que nos deja el 2013

A partir de los resultados buenos y malos que deja el 2013, lo que ahora corresponde es concentrar las energías en nuestras mayores debilidades

La fecha de hoy, la que marca la finalización del año 2013, se presta para hacer un balance de lo bueno y de lo malo que nos tocó vivir o hacer durante los últimos 12 meses. Y si ése es un ejercicio de reflexión y autocrítica que vale la pena hacer a escala individual, también resulta útil y necesario aplicarlo a lo que ocurre en nuestro país, pues es lo que más directamente forma, para bien o para mal, las circunstancias en las que desarrollamos nuestras actividades cotidianas.
Los tres principales planos en los que se puede evaluar lo que los bolivianos, tanto gobernantes como gobernados, hemos hecho durante el año que concluye, son el político, económico y social.
Dada nuestra idiosincrasia, resultado seguramente de muchas décadas de experiencia histórica, suele ser el aspecto político el que más merece nuestra atención. Es así porque se da por supuesto que lo económico, lo social y todo lo demás están directamente condicionados por la manera como se resuelven –o no se resuelven– las eternas disputas por el poder.
El año que concluye es algo diferente, pues después de muchos años el escenario político nacional se ha caracterizado por una inusual quietud. No ha habido elecciones de ningún tipo, las pugnas se han mantenido dentro de los límites establecidos por la institucionalidad, no ha habido grandes remezones y tan favorables circunstancias han contribuido a que alcancen éxito los esfuerzos gubernamentales para consolidar, pese a los cuestionamientos y resistencias, la institucionalidad puesta en vigencia con el nuevo texto constitucional. 2013 fue, por eso, un año mucho menos politizado de lo que es entre nosotros históricamente habitual.
Tan tranquilo como el político fue durante los últimos 12 meses el escenario económico. A la corriente favorable proveniente de los buenos precios de nuestras materias primas en los mercados internacionales se sumó una gestión económica cuya cautela y responsabilidad se reflejó en cifras que pusieron a nuestro país en un lugar destacado en el contexto regional, aunque una medida improvisada como la del doble aguinaldo puede generar consecuencias negativas. Empero, todos los indicadores macroeconómicos se mostraron positivos y también la ciudadanía, desde su más directa experiencia cotidiana sintió los efectos benéficos de otro año de bonanza y sus resultados multiplicadores.
No puede decirse lo mismo, lamentablemente, de otros aspectos de la vida nacional como los relativos a la salud de nuestras relaciones sociales e institucionales. El sistema judicial volvió a destacarse por su deplorable estado, la sistemática violación de los derechos humanos fue noticia de casi todos los días, la inseguridad ciudadana se incrementó, hubo múltiples brotes de violencia, desde la doméstica hasta la delincuencial, y con los accidentes de tránsito, entre muchos otros síntomas de descomposición social, hicieron que el balance del año de 2013 sea francamente negativo.
A partir de esos resultados de nuestras acciones, sobre la base de la estabilidad política y económica alcanzada, y con la plena consciencia de lo graves que son las falencias que ponen en serio riesgo la salud de nuestras instituciones y relaciones sociales, lo que ahora corresponde es proyectar hacia 2014 nuestros éxitos y concentrar las energías colectivas en la superación de nuestras mayores debilidades.