PROJECT SYNDICATE

Cuando chocan los bloques

Cuando chocan los bloques

José Luis Machinea.- Las dos grandes agrupaciones económicas de América Latina –la Alianza del Pacífico y el Mercado Común del Sur (Mercosur)– están aplicando una mayor integración en la economía mundial de formas muy diferentes. Su éxito dependerá no sólo de sus estrategias particulares, sino también de que éstas se complementen. Sólo así puede llegar esa región a desempeñar un papel importante en la economía mundial.
La Alianza del Pacífico –compuesta por Chile, Colombia, México y el Perú– representa casi el 40 por ciento del PIB de América Latina, después de haber crecido un 2.9 por ciento anual desde 2000. Las cinco economías del Mercosur –Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela– representan el 50 por ciento, aproximadamente, del PIB de la región y durante el mismo período crecieron por término medio el 3.4 por ciento, aproximadamente, al año, si bien el crecimiento se ha desacelerado desde 2010.
Pero aún no se ha hecho realidad todo el potencial de esas economías. Mientras que el Mercosur ha logrado relativamente la integración comercial, pues el comercio dentro de ese bloque representa el 15 por ciento del comercio total de los países miembros (y más del 25 por ciento en el caso de Argentina, Paraguay y Uruguay), no ha profundizado la integración de los mercados de bienes y servicios.
Además, aunque el comercio dentro de la Alianza del Pacífico representa sólo el cuatro por ciento, los dirigentes de los países miembros no se mostraron particularmente ambiciosos en la cumbre que celebraron el pasado mes de mayo. Si bien acordaron eliminar a corto plazo todos los aranceles correspondientes al 90 por ciento de los bienes objeto de comercio, el grupo no ha logrado aún avances hacia la formulación de normas comunes sobre la “acumulación de orígenes” (por la que los países miembros dan el mismo tratamiento a las mercancías que importan unos de otros que a las propìas).
No es de extrañar que la Alianza del Pacífico, lanzada en 2012, vaya a la zaga del Mercosur, que ya tiene dos decenios de vida, por lo que se refiere a las formas de integración comercial y de otra índole, pero eso no justifica que no haya adoptado medidas más concretas, sobre todo porque sus países miembros son los más receptivos de América Latina a la liberalización comercial. De hecho, los miembros de la Alianza del Pacífico son los que tienen más acuerdos de libre comercio y figuran entre las economías más competitivas de la región.
En cambio, los miembros del Mercosur siguen mostrándose cautelosos respecto de una excesiva liberalización del comercio y, exceptuado el Brasil (y, en menor medida, el Uruguay), son mucho menos competitivos. A consecuencia de ello, en los últimos años, esa agrupación ha ido convirtiéndose cada vez más en un motivo de frustración, al no avanzar en la integración e incluso retroceder en algunos sectores.
En realidad, pese a algunos logros políticos y económicos, el Mercosur no ha logrado avanzar en gran medida hacia el “regionalismo abierto” –independencia económica y una mayor integración en la economía mundial mediante la liberalización preferencial y acuerdos de desreglamentación– que propuso hace dos decenios la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe. Los miembros del Mercosur no han establecido apenas acuerdos de libre comercio con otros países y sigue sin haber posibilidades de concluir el acuerdo que llevan varios años negociando con la Unión Europea, al parecer por la oposición de la Argentina.
Pero también el Mercosur es esencial para la integración económica mundial de América Latina, sobre todo por su país fundamental, el Brasil, cuyas conexiones e influencia internacionales no tienen igual en esa región. Si la creación de la Alianza del Pacífico refleja, como parece probable, un apoyo menguante para el Brasil como voz principal de América Latina en la comunidad internacional, los avances hacia la integración regional y las gestiones para negociar una mayor integración económica con los países de Asia y el Pacifico (uno de los objetivos básicos de la Alianza) podrían resultar más difíciles.
Sobre ese telón de fondo, la competencia entre las dos agrupaciones sería perjudicial para todos. Si el Mercosur y la Alianza del Pacifico no idean estrategias de integración complementarias, otros países pueden llegar a la conclusión de que vale la pena cooperar sólo con la Alianza y dejar que el Mercosur se hunda en la insignificancia, pero, sin la fuerza económica de este último, los países de aquélla no podrían impulsar el ascenso de América Latina hacia la prominencia mundial.
Aun con un planteamiento constructivo, sería difícil lograr una integración económica más profunda y de mayor calidad con las economías en ascenso de Asia. Las exportaciones de América Latina a la región del mundo que ahora crece más rápidamente corresponden sobre todo a bienes primarios. Por ejemplo, el 70 por ciento de las exportaciones de América Latina a China en 2010 fueron productos básicos y el 25 por ciento productos manufacturados derivados de esos materiales, muchos de ellos con poco valor añadido.
Eso pone de relieve un problema importante para América Latina. Los países asiáticos, como las economías desarrolladas, tienen un sistema de progresividad arancelaria: cuanto mayor sea el valor añadido a los bienes primarios, mayor será la protección. Así, pues, si los países de América Latina quisieran exportar bienes con mayor valor añadido, afrontarían aranceles mucho mayores, lo que socavaría su competitividad en los mercados asiáticos.
En vista de ello, los acuerdos generales de libre comercio son esenciales, pero, si bien los acuerdos comerciales podrían brindar oportunidades para una mayor participación en las cadenas de valor mundiales, su repercusión sería limitada sin unas políticas encaminadas a mejorar la competitividad y diversificar la estructura de producción. El aumento de la cooperación regional aceleraría ese proceso.
Juntas, las agrupaciones económicas de América Latina pueden constituir una plataforma importante desde la cual mejorar la estabilidad económica interna, aumentar la competitividad, impulsar la integración regional y conseguir un papel más importante en la economía mundial. De hecho, con estrategias audaces, amplias y armoniosas, el Mercosur y la Alianza del Pacífico podrían conseguir que América Latina participara de forma destacada en la economía mundial.