DÁRSENA DE PAPEL
Carta a los Reyes Magos
Carta a los Reyes Magos
Oscar Díaz Arnau.- Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:
Ustedes deben estar cansados de tanto ir y venir, todos los años, siguiendo el mismo camino a insistencia de la misma estrella y, encima, a los tumbos, con el ondulante paso de sus camellos, los mismos camellos de siempre.
Ustedes, por reyes, sobre todo por magos, llevan infinita carga y ya están grandes, pero si un país necesita de sus regalos, ese, es Bolivia. Y si se los piden, no lo hacen de caprichosos: bien nomás nos hemos portado.
El ministro de la felicidad dice que estamos bien. Que el PIB per cápita, que el superávit fiscal, que la productividad, que las exportaciones, que la inversión estatal porque, claro, el Estado inversor, ustedes saben, la participación del Estado en la economía. El equilibrio macroeconómico, la austeridad, la bolivianización y, arqueando la ceja, el saldo en caja y bancos… en fin, el ministro dice esto y lo otro.
No se acuerda tanto del contrabando, de la diversificación de la economía ni de la competitividad; tampoco de la inflación de los alimentos ni de la bonanza —no por méritos propios— debido a los precios internacionales de las materias primas. De la redistribución de la riqueza sí se acuerda, y sonríe el ministro, feliz no tanto por la generosidad de la Pachamama con nosotros, sino por su cartera.
¿Y la corrupción?, ¿y el narcotráfico? Nada, nada le quita su felicidad de ministro.
Ustedes tienen largo recorrido, mas con certeza no saben lo que es vivir en Bolivia, contentar a una sociedad heterogénea, pluri-multi, criticona como la nuestra, tan exigente que en estos tiempos osa pedir justicia y seguridad. ¡Ay, ocurrentes de nosotros…! Pero, ahí vamos; bien, dice el ministro.
Deberían ver la paciencia de nuestro presidente: ¿pueden creer que no se cansa de escucharnos protestar? Ustedes dirán que está acostumbrado, que mamó del conflicto social, y sí, también se acostumbró a la represión; sufrió mucho, pobre. Y aprendió: Si el pueblo se rebela hay que reconocer —como alguien dijo— que a la hora de aplicar gases lacrimógenos él no discrimina: hombres, mujeres, niños, indígenas... Ahora, quiere ser de nuevo presidente, sí, otra vez; querrá reconciliarse con su pueblo.
Hace ocho años que oímos hablar del proceso de cambio. Nos dicen ya viene la industrialización; ya van a ver, nos dicen, van a ver que democratizando la justicia tendremos eso: justicia. Si sabrán ustedes de eso que nosotros no conocemos ni por identikit… y, será porque los ojos de la justicia están siempre vendados.
Ocho años llevamos saboreando, como niño estampado al frasco de dulces, todo lo que podríamos comprar con los miles de millones que tenemos guardados en nuestro colchoncito de reservas netas internacionales. Ustedes, por magos pero más por reyes, algo podrían hacer para que tanta plata no sea un mero cuento de Navidad.
Ustedes que llevan dos mil años siguiendo la misma estrella. Que van y vienen y ni con el bamboleo de la giba se han bajado del camello: siempre al lado de Jesús, asistiendo a José y María, siempre trayendo regalos, ustedes pueden hacer algo por este país.
Si reciben un archivo adjunto al arbolito con los colores de la whipala, no es un spam: seguramente se trata de un pedido clamoroso para octubre de 2014. Porque, dice el ministro, bien nos hemos portado.
¿Es un año electoral y no hay que creer todo lo que dicen? Ok, Reyes Magos, pero, no eliminen la cartita: no maten nuestra ilusión de recibir dobles, triples, infinitos aguinaldos; si da el cuero, generosos bonos Juancito Pinto, por los siglos de los siglos.
Con esperanza,
Una mamá boliviana.
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