Sábado, 11 de enero de 2014
 

ENTRE COLUMNAS

El temor a una pluma

El temor a una pluma

Rodolfo Mier Luzio.- Pero, no se trata de una pluma cualquiera, es el temor nada menos que a la pluma con la que escribe Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura en el año 2010 y constante crítico del gobierno de Evo Morales, que viene a Bolivia con el propósito de ofrecer charlas sobre la democracia y la libertad.
Vargas Llosa, pese a su rechazo a la política que se practica en muchos países de América, entre ellos el nuestro, demostró ser honesto y pluralista al brindar su apoyo al presidente uruguayo José Mujica por su política de legalización de la marihuana, y siendo un crítico férreo de la izquierda de la región, no dudó en mostrar su rechazo al incidente cuando Evo Morales sufrió el bloqueo de su avión en aeropuertos europeos el año pasado. El respeto a la verdad y la justicia es lo que atemoriza a los miembros del gobierno. El propio Evo Morales declaro a la prensa: "Tengo información de que estos días llega Vargas Llosa a Santa Cruz, como siempre para hablar contra Evo, contra el Gobierno, contra nosotros, contra Bolivia. Es su derecho que visite, pero Vargas Llosa viene a convocatoria o instrucciones de Sánchez Berzaín”.
Descalificar al afamado escritor con argumentos que no resisten a la menor lógica sólo demuestra el temor a lo que vaya a decir en torno a cómo se vive la democracia en algunos países de la región; por supuesto, que el señor Vargas Llosa no vendrá a hablar mal de Evo, de su gobierno, y menos contra nosotros, ni contra Bolivia. Es casi seguro que se referirá en forma genérica a lo que él considera lo que es la democracia y la libertad. Ahora que el gobierno considere que por eso está siendo atacado, es otra cosa. Como quien dice: “El que tiene el guante...”
Ha sido una constante de todos los tiempos y en diferentes partes del mundo, el temor a que se hable claro sobre esos valores que han contribuido a que los pueblos vivan en paz; porque la paz sólo se logra cuando se respeta la democracia y la libertad; en resumen, se logra una de las mejores formas de “vivir bien”, cuando todos tienen sus obligaciones y derechos garantizados.
La democracia y la libertad, sin embargo, no son simples enunciados, sino prácticas constantes en la política de los pueblos. Hay totalitarismos disfrazados de democracia; como existen libertades restringidas por mecanismos legales aplicados discrecionalmente, cuando el Poder es total y sin respeto a la independencia de la institucionalidad.
Es menester afirmar que dentro de las instituciones políticas modernas, la materialización de gobiernos representativos y participativos sería imposible si no se contara con la interacción que generan, por una parte, las capacidades racionales de elección y decisión abierta que definen al valor de la libertad; o, por otra, si estuvieran ausentes las condiciones procedimentales que permiten garantizar el ejercicio de la voluntad humana en su cometido de satisfacer sus necesidades de una manera justa y sin afectar a las demás personas, tal y como se puede entender un concepto ético de la democracia.
Estas son las cuestiones que no se quiere que se aclaren desde el punto de vista de un Premio Nobel. Desde el gobierno se ha repetido en muchas ocasiones que “el que nada tiene, nada teme”. El gobierno, antes que curarse en sano, bien hubiera hecho en dar la bienvenida al ilustre personaje que aprendió a leer en Bolivia (pero no en las arrugas de su abuelo, menos en las hojas de coca). Darle una simple bienvenida, hubiera mostrado que se vive en democracia, y que en Bolivia se respeta el derecho a la libre expresión; pero, como no es el caso, se limitó a descalificarlo, aún antes de saber lo que dirá.
Quienes tratan de manipular a los pueblos a fuerza de repetir frases hechas, siempre han temido al pensamiento libre y, como en este caso, a una ilustre pluma latinoamericana.
Por lo menos...esa es mi opinión.