Miércoles, 22 de enero de 2014
 

VENI, VIDI, VICI

Vargas Llosa y la libertad

Vargas Llosa y la libertad

J. Lizandro Coca Olmos.- Conocí a Vargas Llosa un 24 de noviembre de 2011, en ocasión en que me encontraba en México para recibir un reconocimiento de la fundación Caminos de la Libertad, por un ensayo titulado “La Destrucción del Estado en Bolivia”.
Mario Vargas Llosa acudía a la misma ceremonia para recibir el reconocimiento “Una Vida por la Libertad”, de la misma institución, fruto de su extensa lucha contra toda forma de totalitarismo y dictadura.
Recuerdo que al encontrarnos en el escenario me preguntó “de qué parte de Bolivia” y al yo responderle “de Cochabamba” me dijo, sonriendo, “he vivido ahí” con una inocultable emoción. Él es, sin duda alguna, un querendón de Bolivia; que hoy llega para conocer las Misiones Chiquitanas, de las que seguramente se va a enamorar; y que con absoluta certeza se expresará libremente respecto de sus preocupaciones y puntos de vista políticos en torno a Latinoamérica y Bolivia.
Vargas Llosa es un defensor de la libertad. Por esa razón no se le puede encasillar dentro de los viejos términos de “izquierda” o “derecha” puesto que típicamente estos movimientos políticos suelen dividir la libertad en pedazos de su conveniencia.
Algunas “derechas” por ejemplo, creen que la libertad puede ser sólo económica, promoviendo los mercados, la competencia y la industrialización, a la vez que intentan imponer sus cánones de moralidad exhibiendo un conservadurismo a ultranza frente a temas centrales de la dinámica social como son el matrimonio homosexual, la despenalización del aborto y el debate por la despenalización de las drogas.
Algunas “izquierdas”, se creen que la libertad puede ser sólo social y política, promoviendo la participación ciudadana en democracia, abrazando las luchas de los colectivos de opciones sexuales distintas, promoviendo la despenalización de las drogas y brindando a la mujer la libre opción de decidir la continuación de un embarazo, pero restringiendo el derecho de las personas a producir, vender, exportar, importar, adquirir propiedad y acumular capital.
No faltan los regímenes criminales que no creen en ninguna libertad, al estilo de Cuba o Corea del Norte, donde ninguna acción de las personas está fuera del control de los gobiernos, configurándose una sociedad en que el individuo no es más que un ladrillo más para la construcción del monumento totalitario. El Estado lo es todo, y las personas son solamente medios desechables y prescindibles en aras de un supuesto bien superior.
La libertad es una sola. Esa fue la lección del discurso de Vargas Llosa en aquella ocasión. Las sociedades verdaderamente libres son esas en que los gobiernos dejan a los individuos ser y actuar del modo en que prefieran, persiguiendo y sancionando únicamente la agresión entre ellos, que no es otra cosa que aquella acción que atenta contra la vida, la libertad y la propiedad de nuestros semejantes.
Molestarse ante la crítica, tratar de imponer castigos contra la riqueza honestamente adquirida, expulsar o dividir organizaciones con el pretexto de que “conspiran” contra el gobierno o de que se han “parcializado” con la oposición, concentrar y controlar los poderes públicos, utilizar los tribunales para enjuiciar líderes de oposición, intimidar y asfixiar económicamente a los medios, son actitudes típicas de dictaduras, absolutamente antilibertarias, criticables por nosotros y criticadas por Vargas Llosa.