DE-LIRIOS
Nacionalismos de estadio
Nacionalismos de estadio
Rocío Estremadoiro Rioja.- Mucho reí con la anécdota de una conductora y modelo peruana que confundió a la “Corte de la Haya” con “Haya de la Torre”, el famoso pensador y fundador del APRA. Podría apostar que una mayoría de ciudadanos peruanos, chilenos o bolivianos, poco o nada conocen sobre el diferendo marítimo entre Chile y Perú. Lo terrible es que un asunto que parece resuelto de forma pacífica, haya despertado en algunos sectores, oscuros instintos “nacionalistas”.
En Chile, son patéticas las expresiones de reducidos grupos neonazis y afines que salieron a protestar por la sentencia de la Corte internacional, agrediendo a peruanos residentes en ese país y trayendo a colación la perorata de las “glorias militares” de Chile, como “manera” de resolver cualquier conflicto con los vecinos. Ni qué decir de nostálgicos fascistas que recordaron a su “admirado” Pinochet y aseguraron que bajo su régimen, Chile no habría perdido ni una gota de mar. Confieso que ese tipo de gente me eriza, porque bien se sabe de lo que es capaz. ¿Cómo olvidar que durante su vanagloriada dictadura torturaron y asesinaron de formas indecibles a sus conciudadanos?
Por otra parte, los peruanos, al sentirse “ganadores” con el resultado, se mostraron un poco más mesurados en sus expresiones “nacionalistas”, incluso en el show que montó Humala para dar su declaración. Ello teniendo en cuenta que el gran perdedor de la Guerra del Pacífico es Perú, ya que se le desmembró su región salitrera que era, en ese entonces, como la gallina de los huevos de oro, y todavía tuvo que aguantar una nada civilizada invasión a Lima por las tropas chilenas.
El caso de Bolivia, en lo que se refiere a los nacionalismos vacíos, me parece más preocupante, porque es una característica de nuestra cultura política la tendencia a la xenofobia, reforzada permanentemente por esa lectura amarga de la historia que asemeja a un compendio de saqueos, engaños y robos del “extranjero”.
En relación a la Guerra del Pacífico, hablando de las versiones escolares y las percepciones de la calle, muy rara vez se recuerda la alianza peruano-boliviana durante la guerra: un intento de unidad en el infortunio con esos mismos peruanos que son estigmatizados recurrentemente en nuestro país como “amigos de lo ajeno”. Lo único que aparenta quedar claro en el imaginario colectivo boliviano, es que “los chilenos nos robaron el mar”, lo que lava de responsabilidades a las élites nacionales de ese entonces, acostumbradas a vivir del sudor del “pongo” y que abrieron las puertas del Litoral a todo el que quisiera enriquecerse.
En ese mismo sentido, se procura “leer” el veredicto de la Corte de la Haya como una esperanza para Bolivia. ¿Acaso dejó de existir el Tratado de 1929 entre Chile y Perú y que deja la salida al mar para Bolivia en manos de dos custodios?
Lo peor es que la percepción boliviana de país “perdedor” o la visión de una historia “desgraciada”, nos lleva a tragarnos con facilidad no sólo las ilusiones de humo, sino los nacionalismos de tribuna, donde nos autoconvencemos que “hacer patria” es sinónimo de ganar partidos de fútbol o destacarse en cualquier cosa por ridícula o miserable que sea. “Hacer patria” había sido aceptar las limosnas de los poderosos del mundo en eventos como el Dakar o insultar a los vecinos por bailar una danza andina.
Así, últimamente en Bolivia, “hacer patria” tiende a reducirse a pintarse la cara con la bandera, ir al estadio y, si es posible, sacarle la mugre al “rival”. Al mismo tiempo, se aprovecha el viaje para botar la basura al río, mientras se sueña con reactores nucleares.
|