SURAZO
Educación: los cambios necesarios
Educación: los cambios necesarios
Juan José Toro Montoya.- El Gobierno ha alborotado a los maestros con el cambio de horarios y la implementación de la denominada nueva currícula. Cree que está revolucionando la educación pero los entendidos en la materia advierten que, al igual que años anteriores, sólo se le está cambiando el maquillaje.
El problema de fondo de la educación boliviana es su calidad. A todos nos consta que los bachilleres parecen salir menos preparados año que pasa y la prueba de su escasa preparación son los exámenes de admisión y suficiencia que rinden en los centros de educación superior.
¿Y por qué la educación boliviana parece retroceder en lugar de avanzar o, por lo menos, mantener su calidad? La respuesta de los maestros es su escaso salario y no les falta razón. Como ganan tan poco, los educadores tienen que buscar otras fuentes de ingreso y, tras conseguirlas, no le dedican a la enseñanza el tiempo que deberían. La solución simplista sería subirles el sueldo de tal manera que ya no busquen otros empleos pero eso es antieconómico. Tomando en cuenta la enorme cantidad de maestros que tiene Bolivia, una mejora en su salario representaría una sangría económica que el Estado no está en condiciones de soportar.
La solución, entonces, es reducir el número de maestros pero sin recurrir al despido. ¿Cómo se lograría tal milagro? Para empezar, hay que reformar su sistema de jubilaciones. Hoy en día ningún profesor quiere jubilarse porque sabe que, mientras dure su engorroso trámite, no podrá cobrar su sueldo y no tendrá con qué vivir. Por lo tanto, un primer paso sería simplificar el proceso de jubilación. Lo siguiente es mejorar las rentas. Si los educadores saben que no mermarán sus ingresos al jubilarse, entonces estarán alentados al retiro.
Si crece el número de jubilados en el magisterio, aumentará la cantidad de cupos y los maestros que permanecen durante años en las provincias podrán ingresar, por fin, a las ciudades.
El otro gran problema es la enorme cantidad de maestros que egresan anualmente de las normales. Una solución temporal pero efectiva fue no convocar a inscripciones. Si las normales permanecen cerradas por más años, abriendo sólo las carreras en las que hace falta recursos humanos, el número de maestros seguirá disminuyendo y será posible proyectar incrementos salariales.
Las soluciones propuestas en este artículo son prácticas pero corren el riesgo de chocar con la oposición de las organizaciones sindicales de los maestros que no siempre es racional.
Todos los intentos de cambio en la educación encontraron resistencia en los sindicatos, generalmente por razones ideológicas y, al final, las transformaciones se aplicaron de manera tan parcial que, en los hechos, no sólo estamos igual que antes sino que, como quedó dicho líneas arriba, cada vez estamos peor.
El Gobierno tampoco ayuda mucho cuando intenta cambiar las cosas no para mejorarlas sino con el propósito de convertir a la educación en un instrumento que le permita mantener a su proyecto político en el poder por el mayor tiempo posible.
Las perspectivas, entonces, no son nada alentadoras y los resultados académicos de este y los próximos años demostrarán que unos y otros están equivocados.
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