El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon (i), y el presidente del COI, Thomas Bach, durante el relevo de la llama.
POLIDEPORTIVO Rusia cruza los dedos para que Sochi sea sólo una gran fiesta del deporte mundial
Se abren los Juegos en medio de polémica
Se abren los Juegos en medio de polémica
Moscú / EFE
Rusia cruza los dedos para que los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi sean exclusivamente una gran fiesta del deporte y ahuyentar así los fantasmas del boicot político y las críticas de homofobia enarboladas por Occidente.
“Rusia está preparada para los Juegos. El principal objetivo es convertir los Juegos Olímpicos de Sochi en una fiesta para todos los amantes del deporte en el mundo”, afirmó Vladímir Putin, presidente ruso.
Putin dedicó grandes esfuerzos durante las últimas semanas a garantizar al COI y a la comunidad internacional que en Sochi está todo bajo control y que no hay nada que temer, ni desde el punto de vista de la seguridad ni desde el de la discriminación de las minorías.
“Quiero asegurar que haremos todo lo posible para que Sochi sea un lugar hospitalario para todos los participantes y todos los invitados”, dijo.
Este país hizo durante los últimos siete años un esfuerzo titánico, no en vano se trata de los Juegos más caros de la historia, para demostrar al mundo que es capaz de organizar una olimpiada, como hiciera la Unión Soviética en Moscú 1980.
El camino no fue fácil, ya que la organización de Sochi 2014 se vio salpicada por no pocos escándalos y, finalmente, el coste se disparó desde los 12.000 millones de dólares iniciales a los actuales 50.000 millones.
Por poner un ejemplo, los anteriores Juegos de Invierno organizados por la ciudad canadiense de Vancouver salieron por 8.300 millones de dólares, mientras Sochi también supera a Pekín 2008, cuyo coste ascendió a más de 42.000 millones de dólares.
Desde el principio, Rusia hizo oídos sordos a los críticos y a los agoreros y logró convertir el principal balneario soviético y ruso a orillas del mar Negro en una capital mundial del deporte de invierno.
La escasez de nieve ya no es un problema (hay 16 millones de metros cúbicos de nieve almacenada), las instalaciones deportivas están a punto y las comunicaciones entre las montañas y la villa olímpica son del más alto nivel.
Casi 6.000 deportistas de 88 países competirán durante las próximas dos semanas por las 98 medallas en juego en modalidades como esquí alpino, hockey sobre hielo, bobsleigh, biatlón o snowboard.
No obstante, a pocas horas para la ceremonia de inauguración, la atención no está centrada en el deporte, sino en la ley aprobada en Rusia contra la propaganda homosexual, que llevó a muchos activistas a pedir el boicot de los Juegos de Sochi.
“No tenemos una prohibición sobre las relaciones sexuales no tradicionales. La prohibición es sobre la propaganda de la homosexualidad y la pedofilia”, resaltó Putin.
Varios mandatarios ausentes
A diferencia de Moscú 1980, ningún país boicoteó los Juegos, pero es verdad que varios mandatarios de países occidentales como los presidentes de EEUU, Barack Obama, y Francia, Francoise Hollande, y el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, anunciaron públicamente que no acudirán a los Juegos de Putin.
Hasta el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó ayer en Sochi cualquier discriminación contra los homosexuales y llamó a “alzar las voces contra los ataques a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales o intersexuales”.
Mientras, los presidentes de China, Xi Jinping, y Ucrania, Víktor Yanukóvich, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, confirmaron su presencia, al igual que otro medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, y varias familias reales.
“Para los espectadores es más importante quién gana que si (los deportistas) son homosexuales o no. Aplaudiremos a los heterosexuales y a los homosexuales como en anteriores Juegos”, dijo Svetlana Zhurova, campeona olímpica de patinaje de velocidad y alcaldesa de la villa olímpica.
Algunos deportistas occidentales homosexuales expresaron su temor a la discriminación durante su estancia en territorio ruso, y otros se mostraron dispuestos a escenificar su apoyo a las minorías sexuales.
Insignias, uñas, pulseras y pañuelos con banderas arcoíris, símbolo del movimiento homosexual, y el logo P6, en referencia al artículo 6 de la Carta Olímpica que dice que la discriminación es incompatible con el movimiento olímpico, son algunas de las propuestas más populares entre los deportistas.
Al respecto, el Gobierno ruso recordó ayer que el COI y la carta olímpica prohíben las acciones o manifestaciones políticas.
Fotos
El estadounidense Bode Miller, en acción durante el primer entrenamiento.
Varios manifiestantes en contra del trato que reciben los homosexuales.
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