Miércoles, 12 de febrero de 2014
 

LIBERTARIA

Impuesto a la Coca Cola

Impuesto a la Coca Cola

Luis Christian Rivas Salazar.- Hace poco, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) falló a favor de la restitución del derecho a la defensa de los contribuyentes que sufrían el cierre definitivo de su establecimiento por no emitir facturas de forma reincidente, un sopapo para Don Fisco. Pero no corresponde aliviarse, este fallo es un consejo del TCP a la administración tributaria para que regularice el procedimiento de operativos de control tributario; una vez legalizado el procedimiento, nada podrá detener las clausuras y privaciones de libertad.
Esto responde a la mentalidad estatista, donde los empresarios y comerciantes que producen son vistos como delincuentes por quienes no producen nada, es decir, los políticos, pero quizá tenga que reconocer que sí producen, producen leyes que eliminan la verdadera producción.
Cualquier estudiante de Derecho conoce los principios generales de los impuestos dictados por Adam Smith. Uno de estos es el Principio de Economía, que dice: “Los impuestos pueden sacar o impedir que entre en los bolsillos de la población, una cantidad mucho mayor de la que hacen ingresar en el tesoro público...”, en caso: 1. Sí existe todo un ejército de burócratas contratados para cobrarte, de tus mismos impuestos. 2. Los impuestos opresivos a la empresa que desaniman al sector inversionista tanto nacional como extranjero, lo que implica menos creación de fuentes de empleo. 3. Las confiscaciones y penalidades provocan la ruina de las empresas y eliminan automáticamente la posible inversión de capital, menos fuentes de trabajo.
Pero la angurria de los Gobiernos populistas no perdona al contribuyente, porque existen promesas que se tienen que cumplir con el dinero del bolsillo privado y generalmente, los contribuyentes pagan la vida de los no contribuyentes, aquí radica la injusticia.
Como si no tuviéramos demasiados impuestos, los opulentos bolivianos tendrán al recaudador esperándolos en la tiendita del barrio, cuando uno compre una botella no reciclable tendrá que pagar su impuesto, como vemos, de la servidumbre no se salva ni nuestra sed.
Aunque nos juren que no subirá el precio de las gaseosas, otra será la realidad, además, la naturaleza y las personas recolectoras de basura son meros pretextos, principalmente se quiere recaudar (y quien sabe, crear una empresa nacional de reciclables).
El voraz apetito del Estado necesita de ingresos para montar o mantener vivas las deficitarias empresas públicas. Además, tenemos sueldos de empleados públicos en crecimiento, dobles aguinaldos, subvenciones, compra de caprichos lujosos, campañas políticas, etcétera y alguien tiene que costear tanto derroche de dinero.
El columnista Humberto Vacaflor escribió una nota titulada: “Defensor del contribuyente”, donde menciona la exitosa recaudación principalmente por sanciones inapelables y dice: “La OCDE acaba de poner a Bolivia entre los países con mayor recaudación tributaria respecto del PIB. Si se hiciera el cálculo respecto de la población exprimida, quizá Bolivia estaría en el primer lugar”. Propone un Defensor del Contribuyente como existe en otros países, pero somos escépticos de su eficacia, ya que este funcionario también sería solventado con nuestro dinero y pertenecería al Estado, aquella institución ocupada del saqueo y del derroche.