SURAZO
La degradación del indio
La degradación del indio
Juan José Toro Montoya.- ¿Por qué existe tanta resistencia en utilizar el adjetivo indio que, además de natural de la India, significa “indígena de América”?
Algunos se aventuran a señalar que la degradación de esa palabra tiene que ver con la admiración que sentían nuestros indios por el conquistador español que los sojuzgó durante siglos. Esa explicación colisiona con la verdad histórica de que los españoles que conquistaron nuestro continente no eran individuos dignos de admiración. Por el contrario, aquellos que se atrevieron a realizar el largo viaje que, en aquellos inicios, constituía una aventura con destino insospechado, provenían de los sectores más bajos de España. Eran soldados de baja ralea, porquerizos, malvivientes… gente que no podía conseguir un lugar en sus sociedades de origen. Pese a ello, y gracias a la ayuda de miembros de la nobleza incaica, tumbaron un imperio, el Tawantinsuyo, y se apoderaron de todo un continente.
Un manuscrito de 1582 encontrado en la sección Audiencia de Charcas del Archivo General de Indias parece arrojar luces sobre los orígenes de la degradación.
Este documento es un memorial que fue mandado a redactar por los curacas de cuatro grandes naciones de estas tierras, Charkas, Qaraqara, Chuis y Chichas, quienes se quejaban al rey Felipe II por el hecho de que las autoridades españolas no cumplían con los compromisos que los conquistadores habían adquirido con sus abuelos.
Entre los detalles llamativos de este documento está el uso frecuente del adjetivo “indio” pero no para referirse a ellos, a los curacas, sino a quienes les servían en las tierras en las que continuaban mandando. A partir de ahí se advierte una actitud de discriminación ya que el indio gobernante, de clase noble, marcaba una diferencia con el indio que servía, el de la clase plebeya.
Si bien estos indios gobernantes no sentían admiración por los españoles –que por entonces ya eran dueños y señores de esta parte de América–, sí querían ser como ellos. Lo curioso es que no sólo querían mandar sobre las tierras que todavía detentaban sino que, además, querían tener privilegios que en aquellos años sólo estaban reservados a los hispanos: acceso a cargos públicos, montar a caballo, tener asientos en las misas, etc. Más aún… querían vestirse como españoles. Era, ni más ni menos, un proceso de alienación, un “proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición”.
Y la alienación había comenzado temprano: uno de los firmantes era Fernando Ayaviri y Velasco, hijo de Alonso Ayaviri y nieto de Coysara, cacique principal de los Charkas y Saqaqa. Coysara fue un gobernante indio, servil con los españoles, pero no se cambió el nombre. Sí lo hicieron su hijo, su nieto (uno de los firmantes del memorial) y el resto de su descendencia.
Entre otras cosas, el españolizado Fernando pedía “Que Su Majestad sea seruido (sic) de que todos mis hijos y nietos y descendientes puedan traer seda y oro y plata y hábitos de español…”.
Como se ve, la degradación estaba en curso y, con el paso de los años, no hizo otra cosa que crecer hasta proscribir el adjetivo “indio” que ahora es casi un insulto, una mala palabra que ni siquiera quiere utilizar el presidente que prefiere llamarse “indígena”.
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