Domingo, 16 de febrero de 2014
 
Nuevos mandamientos

Nuevos mandamientos

Jesús Pérez Rodríguez, OFM..- Cuando escucho: “la Iglesia tiene que cambiar, la Iglesia no puede ser dogmática, la Iglesia es cerrada, la Iglesia tiene que adaptarse a los tiempos ¿qué se quiere? ¿Qué se busca? ¿Qué hace el que habla de esta forma para mejorar a su Iglesia?”. Estoy de acuerdo que todo lo anterior es válido, pero en la línea de Jesús. No lo olvidemos. Jesús desconcertó a sus paisanos y oyentes sobre todo a los custodios de la Palabra. Jesús supera la ley, los mandamientos de Moisés, y enseñó a interiorizar, profundizar y autentificar los diez mandamientos y las seiscientos cinco prescripciones rabínicas. Jesús hizo más exigente la ley en el amor total.
Veamos algunos aspectos exigentes de Jesús a casos concretos de los diez mandamientos. 1. Los juramentos. “Yo les digo: no juren en absoluto”, aténganse a “decir sí o no”. Jesús quiere que dejemos de jurar que la verdad vencerá por sí sola. Un cristiano debiera ser creíble por el sí o el no. Nunca debiera ser necesario recurrir al juramento para que nos crean. Los juramentos están deteriorados con cruz o con puño cerrado. ¡Qué pena! No podemos, parece, hacer caso a Cristo en nuestras circunstancias. Preguntémonos ¿qué cambio queremos en la Iglesia? ¿A qué estamos dispuestos para superar tantos falsos juramentos? Es bueno, muy bueno, escuchar al Maestro, no eludiendo su doctrina. Creo que nadie pueda dudar que se ha perdido la “conciencia moral” o evangélica sobre este segundo mandamiento de la ley. Jesús ha puesto un nuevo mandamiento, “no juren en absoluto”.
2. El quinto mandamiento reza, “no matarás”. Este mandamiento va más allá del suicidio, asesinato, homicidio, aborto… Jesús lo vuelve mucho más exigente… Jesús lo vuelve mucho más exigente. Prohíbe el rencor, el desprecio, el insulto. Para Jesús las ofensas, las iras son ofensas graves y son merecedores de castigo como lo es el homicidio. Nos obliga Cristo a reconciliarnos con los hermanos antes de presentarnos ante él con ofrendas, antes de participar en la Eucaristía. No se entiende en esta visión exigente de Jesús el vivir andar peleando y guardando rencor, odio. Quiere que no vayamos a los tribunales, nos pide dialogar para hacer las paces.
Preguntó de ¿qué cambio hablamos cuando vivimos en un mundo juicios, de obscuridades para alcanzar nuestros intereses egoístas pisoteando los derechos básicos de la persona humana? ¿Es que los cristianos no podremos cambiar esta situación? El discípulo de Jesús, o sea, cada bautizado está llamado a superar a mejorar el mundo.
3. La felicidad matrimonial. Aquí también Cristo nos enseña a superar este mandamiento, afirmando en fidelidad evangélica el tema del adulterio y del divorcio. Cristo no enseña a medias tintas, es claro, muy claro en la exigencia divina. La ley prohibía y castigaba, severamente el adulterio. ¡Qué exigente es Jesús en este nuevo mandamiento sobre la fidelidad conyugal! ¡Qué autoridad la de Cristo! “Yo les digo, el que mira una mujer casada deseándola, ya ha sido adultero con ella en su interior”.
El matrimonio sacramento es un compromiso ante Dios, es algo interno, no es un acto meramente externo. Hay que cuidar la interioridad de la intención. Por ello, se impone la vigilancia del corazón para no cometer adulterios en lo íntimo de la persona humana. Las comparaciones de Jesús son medidas aparentemente extremadas, a fin de que tomemos con seriedad el vigilarnos para no caer. Es verdad que estas palabras de Jesús no hay que darles un sentido literal, pero hay que darles un sentido muy drástico. Si tus ojos o tus manos te son causa de escándalo, córtalos.
Los ojos, las manos, los pies son los instrumentos con los que realizamos las acciones del corazón. Es una cirugía espiritual, no física la que se impone para que la vigilancia nos acompañe en nuestra vida. Esta cirugía espiritual nos exige ir hasta lo profundo del corazón para poder vivir la altura espiritual que el Señor, el Maestro, Cristo Jesús nos pide. En este tema como los dos anteriores habría que preguntarse ¿Qué es lo que cada cual hace en su vida personal o matrimonial para seguir lo que Jesús nos está pidiendo? ¿Qué cambios buscamos en la Iglesia cuando el ambiente es de relajación de costumbres en los que se refiere a la vida conyugal?