El estadounidense Bode Miller ganó el bronce en la prueba de esquí alpino.
SOCHI El veterano Miller logró cosechar una medalla de bronce
Lágrimas y risas marcan jornada
Lágrimas y risas marcan jornada
Rusia / EFE
Las lágrimas del estadounidense Bode Miller, que ayer se convirtió a sus 36 años en el esquiador más veterano en lograr una medalla olímpica en esquí alpino, marcaron una jornada en la que el bigote de la checa Eva Samkova, ganadora de la prueba de cross de “snowboard”, puso la sonrisa a los Juegos de Sochi.
Un metal que agrandó, todavía más si cabe, la leyenda del estadounidense, que con el bronce conquistado ayer en el “supergigante” suma ya un total de seis medallas en sus cuatro participaciones olímpicas.
A ese extraordinario palmarés Miller añade cuatro títulos de campeón del mundo, en cuatro disciplinas diferentes, así como dos globos de cristal, al imponerse en la general de la Copa del Mundo de los cursos 2004-2005 y 2007-2008.
Pero el tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a los más grandes, y Bode Miller, que no compitió la pasada campaña para recuperarse totalmente de la lesión de rodilla que le obligó a pasar por el quirófano en 2012, parecía destinado a competir en Sochi.
Sin embargo, el norteamericano quería otra medalla olímpica, recuperó la forma, adelgazó más de 15 kilos y dejó claro que no sería una mera comparsa en la cita olímpica, tras lograr a finales del pasado mes de enero un segundo puesto en el “supergigante” y un tercero en el descenso en Kitzbühel (Austria), la meca del esquí alpino.
Puestos que no pudo repetir en Sochi ni en el descenso, donde fue octavo, ni en la “supercombinada”, en la que fue sexto; pero ayer sí, tras lograr la tercera plaza, compartida con el canadiense Jan Hudec, en un “supergigante”, en el que se impuso el noruego Kjetil Jansrud.
El bronce de ayer hizo aflorar las lágrimas del veterano Miller, que festejó su nueva medalla abrazado a su mujer, la modelo y jugadora de voleibol de playa Morgan Beck, incapaz también de contener el llanto.
El llanto de Miller dejaron en un segundo plano el éxito de su compatriota Andrew Weibrecht, bronce en Vancouver 2010, y que ayer logró en Sochi la plata, y del noruego Kjetil Jansrud, que prolongó el éxito de Noruega en “supergigante”, prueba en la que los nórdicos se hicieron con el oro en las cuatro últimas citas olímpicas.
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