EDITORIAL
Venezuela y la región
Venezuela y la región
Antes de que comiencen a surgir posiciones radicales e insensatas, la comunidad regional debe ayudar a abrir caminos de pacificación
Más allá de los impertinentes y destemplados ataques del Presidente venezolano a su homólogo colombiano, así como sus nunca comprobadas acusaciones en contra de alrededor de la mitad de su población y a Estados Unidos de promover acciones desestabilizadoras en su contra, lo cierto es que Venezuela se está acercando a una situación de caos por obra exclusiva de la cúpula familiar/militar que gobierna ese país en forma cada vez más autoritaria. Esta situación, como ha sucedido en otras latitudes, puede desembocar, lamentablemente, en un enfrentamiento violento del que las principales víctimas serán, como siempre, los más pobres de la sociedad.
Circunstancias como esas han convocado la atención de los países de la región y de los organismos multilaterales creados con los objetivos, entre otros, de evitar confrontaciones sangrientas y ayudar a preservar el sistema democrático en los países miembros.
Sin embargo, por el alineamiento ideológico que ha promovido ese país durante el largo gobierno de Hugo Chávez, en la región se presenta, de facto, una peligrosa división entre las naciones que respaldan sin objeción alguna al gobernante venezolano y los demás países que piden a las partes en conflicto deponer las acciones de hecho para dar curso a un diálogo fecundo que permita encontrar salidas democráticas y pacíficas a la profunda crisis que asola a esa nación.
Probablemente por existir esas visiones diferentes es que aún no han sido convocadas reuniones extraordinarias de entidades como la Organización de Estados Americanos (OEA) o de la Unión de Naciones del Sur (Unasur), pues en ellas se reflejaría una tajante división. Pero, este cálculo, que puede ser válido para evitar acciones dispersas, no justifica que los organismos multilaterales no hayan enviado misiones de observación a Venezuela para contar con información propia que evite depender sólo del criterio de las partes involucradas.
Al respecto, cabe recordar que cuando el país vivió las luctuosas jornadas de septiembre-octubre de 2003, todas las entidades multilaterales se pronunciaron sobre el tema e incluso Argentina y Brasil mandaron misiones que fueron recibidas por los diferentes sectores en pugna. Sin que haya sida decisiva su actuación, sí colaboraron a que la violencia no se apodere del país. De igual manera, en los tensos momentos que el país vivió luego de los enfrentamientos en Cobija en 2008, la Unasur intervino muy de cerca.
Esta actuación es más importante aun cuando comienzan a aparecer opiniones impertinentes y desmesuradas como la de un ex candidato presidencial republicano estadounidense que ha propuesto que el ejército de su país se prepare para una eventual intervención en Venezuela o la de un importante dirigente social aliado de la Presidenta de Argentina que ha sugerido que se “fusile” a la figura principal de las últimas movilizaciones que se ha entregado a la justicia venezolana.
De ahí que, antes de que dentro y fuera de Venezuela comiencen a surgir posiciones radicales e insensatas, la comunidad regional debe actuar para ayudar a que los venezolanos encuentren un camino de pacificación y retorno a la senda democrática.
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