DESDE LA TIERRA
Presupuesto para la Policía
Presupuesto para la Policía
Lupe Cajías.- "Presupuesto para la Policía, presupuesto para la Policía” es una consigna urgente si realmente se quiere combatir la inseguridad ciudadana, mejorar el tráfico urbano y en las carreteras, y reducir los riesgos en los centros penitenciarios. Los bolivianos estamos acostumbrados a criticar a los verde olivo, muchas veces a reñirlos porque son de tez más morena, sin conocer las condiciones de su trabajo.
En los países donde existen sistemas policiales eficientes, con una corrupción bajo control –ni pensar en las pequeñas coimas–, y con bajos índices de violencia uniformada, como son los casos de Canadá, Noruega o Alemania, el presupuesto y los salarios son acordes con la demanda social y su difícil trabajo.
Parece increíble que se compren autos blindados o se repartan decenas de camionetas, sin cuidar al primer actor de la seguridad que es el ser humano, aquel formado en centros o academias y que arriesga su vida por una paga de 20/30/50 pesos diarios.
El policía boliviano gana menos que un albañil o que una empleada doméstica y no tiene el acceso sin costo a luz, agua, alimentos. Como ellos, la mayoría (lo comprobó la gran encuesta del 2004) procede de provincias de tierras altas, no tiene educación universitaria (antes algunos agentes de parada no eran ni bachilleres), viven en zonas marginales y engendran numerosa prole.
El policía de a pie es uno de los seres más discriminados y ninguna entidad estatal defiende su dignidad. Son discriminados dentro y fuera, tanto por su procedencia étnica o por su nivel educativo. Muchos ciudadanos se creen con derecho a insultar a un uniformado apenas trata de poner orden, sea en la calle o en un mercado.
Los ranchos que se sirven son una contradicción con todo el discurso del Vivir Bien, del Año de la Quinua o el Dakar 2014. No sé si es solamente por el escaso presupuesto, por la falta de iniciativas para tener nutricionistas (como hace la Alcaldía paceña en cada centro infantil) o porque “así nomás es”. En todo caso, la comida del policía de turno, sobre todo el que trabaja en las calles, es espantosa para la vista y para la salud: grasienta, llena de arroz y papas o fideos, poca carne, sin verduras de las muchas que hay en el país.
Los presos tienen más comodidades que los guardias, tanto en las cárceles grandes como en las pequeñas. Generalmente duermen entre muchos, casi hacinados, con baños siempre sucios, pisos fríos, ventanas sin vidrio.
Ahora veo a muchos con su insignia: bandera boliviana, wiphala inventada y ¡encima! el logo del Dakar. ¿Por qué no se destina algo de los aviones o de los blindados para el policía boliviano? ¿Por qué no va el ministro Carlos Romero, sus ayudantes o el propio líder Evo Morales a visitarlos un día? Se asombrarán…
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