Jueves, 27 de febrero de 2014
 

CARA Y CRUZ

El teleférico, los PumaKatari y Ronald MacLean

El teleférico, los PumaKatari y Ronald MacLean

Raúl Peñaranda U..- Los paceños celebran estos días el inicio del trabajo de los buses PumaKatari mientras esperan con ansias que se inaugure el teleférico que unirá su urbe con la de El Alto. Son muy buenas noticias, que tienen que ver con uno de los problemas centrales de sus habitantes: enfrentar, aunque sea en parte, el pésimo sistema de transporte que sufren desde hace décadas.
El tono festivo con el que los vecinos han recibido a los buses demuestra lo mal que estaban: los paceños han reaccionado ante los PumaKatari como si fueran algo increíble, cuando no son más que carros bien acondicionados y de buena calidad. Nada más. Pero, como suele decirse, nada menos. Es que el sistema de transporte es tan malo que estos buses harán una gran diferencia.
Lo trágico de la situación es que ambas iniciativas hayan llegado recién en 2014, cuando pudieron haberse implementado hace más de 20 años. ¡Tanto el teleférico como buses que operan a la manera de un servicio de metro fueron planteados por Ronald MacLean a fines de los 80! Los paceños y sus autoridades tardaron dos décadas en lograr estos proyectos, que pudieron haber mejorado tanto la calidad de vida de todos.
MacLean tomó esas ideas de iniciativas que circulaban ya en La Paz en los años 70 y de otras que se perfilaban entonces en el continente, y las adaptó a las condiciones de la difícil realidad paceña. No pudo implementarlas porque fue víctima de las peores circunstancias políticas: la demagogia, la polarización y la inestabilidad.
En esa época (fines de los 80 y principios de los 90), las gestiones municipales duraban solo dos años; peor aún, el acuerdo político para destrabar el empate electoral de 1987 hizo que MacLean y su entonces rival Raúl Salmón estuvieran en el cargo sólo un año cada uno. La ciudad estaba tan polarizada que las diferencias entre los candidatos parecían irreconciliables. Los “golpes de concejo”, permitidos por ley, eran frecuentes, por lo que las gestiones nunca concluían. No había posibilidad de diálogo y las dirigencias partidarias no veían más allá de sus narices. El MNR, por ejemplo, aliado de MacLean, no dudó en sacarlo de la Alcaldía en una ocasión, y en otra fueron sus propios colegas adenistas los que lo desalojaron de la silla edil. Si a ese se le suma la corrupción rampante de varias gestiones de mediados y fines de los 90 podemos apreciar por qué La Paz estuvo tan rezagada y enfrentaba tantos problemas.
Y sobre el teleférico y lo que MacLean denominó “Metro-Bus” (igual que los PumaKatari, pero circulando por las calles troncales de La Paz y en carriles libres de otros vehículos), sus adversarios señalaban, con tono inaceptable, que los aymaras no podrían subir a una cabina aérea ni esperar a un ómnibus de manera ordenada “porque ello no era parte de su cultura”.
Juan del Granado y, hoy, Luis Revilla, lograron levantar a la ciudad no solo gracias a su evidente capacidad, sino debido a que fueron beneficiados por la gobernabilidad. Del Granado gobernó la ciudad 10 años, mientras Revilla la encabezará por lo menos cinco, aunque es muy posible que sea reelecto. Sabias reformas legales de fines de los 90 permitieron esta nueva estabilidad, que ha favorecido también a otras ciudades del país.
Volvamos a MacLean: está claro que era un político adelantado a su tiempo, pero que presa de las circunstancias políticas ya señaladas y también debido a que su figura era de por sí polarizante, no pudo desarrollar las tareas que los paceños empezamos a gozar recién 20 años después.