Jueves, 27 de febrero de 2014
 
Don Joaquín y la historia

Don Joaquín y la historia

Gonzalo Gantier Gantier.- El 18 de febrero se cumplió el vigésimo aniversario de la muerte de Don Joaquín Gantier, patricio sucrense, nacido en Siporo, pueblo de Potosí, primer Director Custodio de la Casa de la Libertad y Presidente de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre.


Pocos, muy pocos recordaron esta fecha, entre ellos, el periodista Oscar Díaz Arnau, quien publicó una entrevista a los dos hijos de don Joaquín, basado en “Dos Ramas del mismo Tronco”, libro escrito hace más de veinte años por Gonzalo Gantier Gantier, el hijo mayor de don Joaquín. La publicación del libro fue en septiembre de 2004, gracias al presidente de la Fundación Sucre Capital Cultural, don Gabriel Chávez Casazola.


El artículo de Oscar está en la revista ECOS del domingo 2 de febrero de este año.


El libro de las “Dos Ramas del mismo Tronco”, trata especialmente de la “identidad y de la pertenencia” buscadas por el autor, a través de la genealogía, la “historia de su familia”. Uno de los personajes más importantes del libro es Don Joaquín, el padre de Gonzalo, María Elisa y Ramiro Gantier Gantier.


Interesado por la persona de don Joaquín, también fueron publicados en los periódicos algunos artículos del periodista potosino Juan José Toro Montoya, quien me cita como autor del libro nombrado líneas arriba.


Toro Montoya no leyó el libro, porque me hace decir algo que yo no digo. Me refiero especialmente a aquello que don Joaquín Gantier era hijo de una “chola potosina de pollera”.


No lo era.


Como yo lo digo claramente en el capítulo décimo primero de ese mi libro, Fortunata era hija de Fermín Rodríguez, administrador de Siporo y dueño de unas minas de plata en Machacamarca, situadas esas minas a unos seis kilómetros de Siporo.


Fortunata Rodríguez Meriles, la madre de don Joaquín, era una mujer mestiza, como lo soy yo y lo somos el noventa por ciento o más de los bolivianos. Todos los pueblos del mundo surgen de la mezcla de las razas y de las clases sociales existentes en nuestro planeta, porque todos somos de la misma especie. Como lo dice Jesús en los evangelios, todos los seres humanos somos hijos del mismo padre, Dios; por eso los cristianos nos llamamos hermanos.


Otros pueblos, como los europeos y los asiáticos especialmente, pertenecientes a esos “antiguos continentes” han superado esos problemas de diferencias enriquecedoras, para llegar a una integración que los unifica. Nosotros, como “pueblos jóvenes”, todavía no podemos llegar a esa integración unificadora que es fruto del tiempo, sobre todo.


Todavía tratamos de ser nosotros mismos, como los púberes o los adolescentes que no acaban de ser niños y tratan de mostrarse adultos, pero nos cuesta mucho el lograrlo.


El mestizaje es un hecho, una realidad innegable en todas partes del mundo, por lo tanto es algo positivo y cierto. Dado esto, el que don Joaquín haya sido un mestizo notable, como lo fue, no es demérito para él, todo lo contrario, seguramente por serlo llegó a ser, hasta hoy, el más notable y célebre de los Gantier, sin quitar méritos a nadie.


La aclaración que ahora pido se publique es para ser más precisos y exactos al tratar los hechos que presentamos.


Agradezco tanto a Oscar como al periodista Juan José Toro al recordar a un personaje boliviano que, con su labor y sus dotes, intentó ensalzar a nuestra patria y trató de unir a los pueblos hispanoamericanos en una hermandad que seguimos esperando.


Muchas gracias.