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Los “dueños” del Carnaval de Oruro
Los “dueños” del Carnaval de Oruro
Rodolfo Mier Luzio.- Hay cosas que crecen para bien, pero, al parecer, ese no es el caso del Carnaval de Oruro que pese a que creció en cantidad de participantes y espectadores, no fue así en calidad organizativa por culpa de quienes se adueñan de esa manifestación, pero no lo hacen bien, lo hacen pésimamente.
Cada año organizaciones locales, desde la Alcaldía pasando por la Asociación de conjuntos folklóricos, incluyendo a la asociación de músicos, han reclamado para sí la paternidad de una de las manifestaciones folklóricas más importantes que tiene no sólo Bolivia, sino América y el Mundo; y ese hecho, fue reconocido por la UNESCO, al nombrar al Carnaval de Oruro como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”.
Sin embargo, sus autoridades no parecen estar a la altura de la preservación y la organización de uno de los eventos que enorgullece a los orureños en particular y a los bolivianos en general. Sirve para “dar la cara” en el ingreso de la peregrinación, pavoneándose como si fueran los autores de tan grande manifestación.
La Alcaldía, sólo semanas antes de tan bella expresión cultural, destrozan las calles para, supuestamente embellecerlas; pero, lo hacen tan a destiempo, que a la hora de la llegada de miles de visitantes, sólo el hecho de caminar por sus aceras y sus calzadas constituye en un calvario.
No cuidan elementales detalles como el colocar mingitorios en sitios adecuados y cuidando que se desborden, haciendo que la supuesta solución se convierta en un problema de suciedad y olores que desmerecen el Carnaval a los ojos y las narices de turistas que llegan de todas partes del mundo. No existe una planificación adecuada entre todas las organizaciones que se consideran dueñas de la manifestación folklórica, que merece sea organizada por autoridades competentes, con algo de inteligencia e imaginación.
Lo ocurrido en la Avenida del Folklore, en la que se desplomó una pasarela, es otro hecho de irresponsabilidad. Las investigaciones sobre ese hecho que enlutó a Oruro sólo servirán para buscar responsables, cuando el tremendo daño ya está consumado. Lo correcto hubiera sido que las autoridades que se hicieron responsables de la organización verifiquen el estado de las pasarelas que, como se sabe, fueron colocadas días antes en forma improvisada cuando ya se percibían fallas de estabilidad en la estructura; a lo que se sumó la falta de control de quienes tenían a su cargo la seguridad. Una estructura que sirve sólo para el paso de peatones, no puede ser utilizada como un palco, y no había nadie, ni un solo uniformado, para evitar ese extremo.
El Carnaval de Oruro, como una manifestación folklórica, responde justamente a esa definición. El folklore, para ser tal, debe cumplir ciertos requisitos traducidos en una herencia tradicional y anónima, y al ser un fenómeno anónimo, pertenece al pueblo en su conjunto y no es de nadie en particular.
Por eso, los “dueños” del Carnaval de Oruro deben asumir su responsabilidad y no sólo mostrarse a la población para salir en la estampita o “dar la cara”. Dolorosa experiencia que debe servir para evitar estos hechos que desprestigian al Carnaval, a Oruro y a Bolivia en su conjunto; porque, de la Alcaldesa (masista sin miedo); de la Asociación de Conjuntos Folklóricos; de la policía, el ejército y la guardia municipal, nadie se acordará, sino la ley.
Por lo menos...esa es mi opinión.
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