PERCEPCIONES
Chispas incendiarias
Chispas incendiarias
Mario Rueda Peña.- Economía y geopolítica suelen darse la mano para generar crisis que desde relaciones estatales repercuten en la comunidad internacional.
Tal y no otra es la imagen de los factores determinantes de la actual y grave reyerta político-militar de Ucrania con Rusia, cuyos fragores, a pesar de su aún baja intensidad, empiezan a lastimar los tímpanos de Estados Unidos y de la mayor parte de los países de Europa.
La clave del conflicto ucraniano-ruso se halla en Crimea, una especie de isla que desde 1991 pasó a formar parte de Ucrania.
El puerto de Sebastopol de este cayo alberga la gran flota rusa que desde el Mar Negro transporta gran parte de las exportaciones de Rusia a Europa, Asia y América (petróleo crudo, especialmente). En 2009, el Gobierno de entonces advirtió ya a Moscú que hasta el año 2017 le rompería el convenio bilateral de arrendamiento del respectivo ancladero, tras lo cual sus tropas y barcos debían retirarse a costas rusas. Pero en 2010 fue elegido Presidente de Ucrania un pro-ruso (Víctor Yanuskorich), quien extendió el convenio hasta 2042.
Ahora que el mandatario amigo fue abatido por una especie de rebelión popular, Rusia teme que el nuevo Gobierno ucraniano le desaloje definitivamente de Crimea, punto crucial de su influencia comercial e inclusive militar a escala regional.
Debe señalarse que por el territorio de Ucrania pasan los ductos para la exportación rusa de gas a todos los países europeos. Rusia ocupa el segundo lugar en la producción mundial de energéticos, cuyo aporte a los ingresos nacionales va más allá del 28 por ciento del total de los mismos.
Lo étnico-cultural aporta con lo suyo. Predominantemente, la población de Ucrania es de origen nórdico-europeo. Los ucranianos se sienten más europeos que rusos y así lo manifiestan en sus actitudes y acciones. Quieren formar parte del concierto europeo para fines de integración comercial y no de un conglomerado al cual Moscú le marque la ruta a seguir. En cambio, con razón, los de Crimea se consideran rusos. Descienden de eslavos y bielorrusos, por lo que en su mayoría apoyan a Putin y repudian a Ucrania.
En definitiva, estas chispas que amenazan con un grave incendio que desde una conflictiva bilateralidad podría propagar sus llamas a Europa y los Estados Unidos, proceden de la economía, geopolítica y choques étnico-culturales.
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