EDITORIAL
Adquisiciones que llaman la atención
Adquisiciones que llaman la atención
Lo único que cabe esperar es que personas cuya idoneidad esté fuera de toda duda sean las que tomen la palabra sobre este caso
Con declaraciones grandilocuentes y justificaciones baladíes, se anunció la compra de dos carros blindados para el Presidente del Estado por una suma de alrededor de 500 mil dólares mediante, cuándo no, invitación directa.
Habría que ser muy mezquino para criticar la compra de ese tipo de vehículos para el Primer Mandatario del país. Incluso no habría necesidad de emitir justificación alguna. De ahí que las declaraciones de algunos funcionarios para explicar la compra (no la forma de hacerlo) resultaron no sólo vanas, sino que incluso provocaron vergüenza ajena.
Sentada esa posición, lo que sí corresponde es, por un lado, seguir exigiendo que para la compra de bienes del Estado se apliquen en forma meticulosa las normas que rigen en este campo y que tienen el propósito de garantizar transparencia. Insistir en compras directas no les hace bien a las autoridades ni a la institucionalidad vigente. Más aún cuando se trata de cifras elevadas para el tamaño de nuestra economía y cuando las susceptibilidades están tan a flor de piel debido a antecedentes recientes y de casos que la ciudadanía recuerda bien. Son tantos los errores, engaños y frustraciones que durante los últimos años se han ido acumulando que no deja de tener cierto fundamento la desconfianza planteada desde distintos frentes.
Por otro lado, un aspecto básico que se debe garantizar es que el objeto que se compra sea el que se ha pedido. Más aún cuando se trata de carros blindados. Pero, si al estrenarlos pierden su cualidad de blindaje, lo único cierto es que algo está mal, que la adquisición ha sido mala y que se ha puesto en riesgo la seguridad del Presidente, la misma con la que se justificó la adquisición.
Por ello, el Estado tiene el deber de investigar cómo se ha efectuado la compra de esos dos carros blindados y sancionar a quienes por ignorancia o mala fe hayan adquirido vehículos que no responden a las características exigidas y al precio pagado.
Representantes de la oposición ya cuestionaron la adquisición, después que se anunciara la devolución temporal de los vehículos, pero ahora lo que cabe esperar es que desde el Gobierno vuelvan a tomar la palabra sobre este caso, lo que, lamentablemente, parece lejos de las posibilidades actuales.
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