Sábado, 15 de marzo de 2014
 

DESDE LA TIERRA

El TSE y las elecciones judiciales

El TSE y las elecciones judiciales

Lupe Cajías.- El panorama en el Poder Judicial del Estado Plurinacional de Bolivia es el equivalente a la caída de cien pasarelas con decenas de muertos y heridos. Es una catástrofe intangible, sin sangre fresca; por ello, la población aún no es consciente del estropicio. Costará décadas, más de una generación, retomar su institucionalidad.
Es un lugar común apuntar que tanto los recursos humanos como los procedimientos en los tribunales bolivianos fueron deficientes desde la fundación de la república, herencia colonial. Mediocridad, politización, exclusión fueron sus estigmas.
Sin embargo, como parte de la construcción institucional democrática y como parte de las reformas estructurales para modernizar el aparato estatal, se completaron diagnósticos y propuestas con el respaldo de expertos nacionales, internacionales y múltiples foros científicos en todo el país.
Aunque la elección de los máximos jueces se definía en el Poder Legislativo, por tanto entre los representantes de partidos políticos y muchas veces como cuotas de poder, la tendencia creciente fue la elección de profesionales meritorios. Notables como Armando Villafuerte, Elizabeth Iñiguez, William Herrera, Silvia Salame ocuparon altos cargos.
La prueba de su independencia está, entre otras muchas, en las resoluciones que favorecieron al entonces perseguido diputado Evo Morales, del opositor Movimiento al Socialismo. Cuando el mismo Tribunal Constitucional firmó un fallo que no gustó al Vicepresidente Álvaro García Linera comenzaron las amenazas, los procesos y la caída en picada de todo el aparato judicial. Se dejó de lado los exámenes de competencia de competencia que con muchos obstáculos se habían iniciado antes del 2005.
Entre el grupo de responsables del desastre está el actual Tribunal Supremo Electoral que administró unas elecciones judiciales viciadas desde el inicio con defectos y sin garantías democráticas, a pesar que los marchistas del TIPNIS frenaron su protesta para evitar distorsiones.
Ganó el voto nulo o blanco, pero el TSE no anuló ese inédito resultado, como lo hizo la Corte al mando de Julio Mantilla cuando constató irregularidades en las primeras elecciones de 1978, enfrentando la ira de Hugo Banzer y de su delfín Juan Pereda.
La historia no olvidará cómo este TSE, la corte de los no-notables, obstaculizó el debate mediático de los candidatos, prueba fundamental en un proceso eleccionario. Ahora, más masistas que los fundadores del IPSP, liberan el uso de los consulados para el proselitismo partidario. ¡Qué árbitro tenemos!