Miércoles, 19 de marzo de 2014
 

POEMA AL DÍA DEL PADRE

Confidentes confesiones de un padre

Confidentes confesiones de un padre

José Antonio Valda Plaza.- ... Intentando con valor percibir mi existencia,
me pregunté cierta tarde: ¿Fui buen Padre?
Expresé solemne, mis aletargados titubeos.
Dudas percibidas por mi “Yo” interior,
crearon tal razonar sin merodeos.


Menester fue entonces, que tal día,
transite mi memoria allende el tiempo;
indagase la profundidad de mi proceder
y platicase conmigo imprescindiblemente.
Nada me porfiaba, estaba frente a mí, sereno y sin lamento.


Y es así que nacieron en mí estos fragmentos:
Nací, crecí, coexistí y estoy por morir;
soy aquel mortal, entre comillas normal.
Total... es la forma establecida de vivir,
unos ordinarios y los menos en un fanal.


Como torrente de río bravío,
pervivo con virtudes, rarezas e imperfecciones;
con ajos y mascajos. Con un sazonado imaginario sexual
y con sutiles reminiscencias y taciturnas decepciones.
Con punzantes reacciones y volubles muestras de ternura.


Profundizando huellas que no se olvidan,
como cualquier pecador, cometí refinados agravios;
tales sinsabores, lapidan vilmente mi coraza mística,
me quiebran cual debil calcañar
y fragmentan intensamente mi alma.


Arrogándome tal confesión, recatado percibo
aquellos líricos versos lisonjeros,
cuyos sublimes loores, ensalzan gloriosos
la proba e íntegra vida de virtuosos padres (aunque no lo fuesen).
¡Rebeldía mía… desecho tales versos hechos utopías!


Opto por meditar, que serán pocos los homenajeados,
¡Un brindis por ellos! (si es que existen)
No hay envidia, no hay rencor,
ni tampoco ritual, ni brebaje mágico,
para cambiar mi vida de un trazo.


Serán mis vástagos quienes consideren,
mi paso por este valle de disímiles pareceres;
y ojalá lo mío sirva para que ellos confinen,
ciertos dogmas y paradigmas,
que se cruzaron en las ramas de mi existencia.


Sosegado concluyo, mis estrofas confidentes;
seguro estoy que Alguien sabrá exonerarme.
Creo que tuve el valor, de mirarme de frente
y quizá, serené la ira de los que ya me juzgaron.